13 de septiembre de 2012

El dictador que usted no conoce

Stepehen Gowans
11/9/2012
África

Es un virtual dictador que preside un virtual Estado unipartidista controlado por su propia minoría étnica. Es cierto que fue elegido en múltiples ocasiones, pero se apoyó en la violencia y la intimidación para ganar "unas elecciones increiblemente controladas". En los últimos comicios, su partido ganó todos menos dos de los 546 escaños del Parlamento.

Meles Zenawi, fallecido presidente de Etiopía, junto a Hillary Clinton

Cuando los opositores pusieron en duda una de estas imposibles victoria, ordenó abrir fuego a las fuerzas del régimen, "matando a 193 e hiriendo a otros cientos. Miles de opositores fueron arrestados y detenidos". Los opositores que no fueron encarcelados vieron como se les negaba la ayuda alimentaria, el puesto de trabajo u otros beneficios sociales .

Una rebelión contra su régimen fue sofocada a través de "brutales campañas" que incluían violaciones y el asesinato de su propio pueblo. El año pasado, condenó a dos periodistas occidentales a 11 años de prisión por informar sobre grupos rebeldes que luchan para derrocar su tiránico régimen. Y en 2006, envió a sus tropas a un país vecino para ocuparlo militarmente.

¿Acaso hablamos de Bashar al-Assad en Siria? ¿O, tal vez, de Robert Mugabe en Zimbabwe?

La descripción se ajusta al retrato de estos líderes elaborado por el Departamento de Estado de los EEUU y de su caja de resonancia, los medios de comunicación occidentales. Pero no estamos hablando de ninguno de ellos. Es lógico que pensemos que se está hablando de uno de estos dos injuriados por Washington (y, por tanto, automáticamente por la prensa occidental) por razones que presuntamente tienden a ver con sus prácticas en materia de democracia y derechos humanos.

No así, la verdadera razón del Departamento de Estado (y de sus serviles medios de comunicación occidentales) para tratar como atroces criminales a estos hombres es su posición de cara al libre mercado y a la dominación extranjera. Ninguno de los dos permitió abrir su país a la explotación sin límites por parte de extranjeros (en el caso de Zimbabwe, a los descendientes de los colonos blancos). Ni votan en la ONU siguiendo las directrices de Washignton, ni están dispuestos a actuar como apoderados militares del Pentágono.

Pero Meles Zenawi, el dirigente del que realmente hablamos (el dictador del que usted no ha oído hablar) estaba dispuesto a hacer todas esas cosas.

Meles Zenawi, presidente de Etiopía, falleció el pasado lunes 20 de agosto. Anticomunista recalcitrante, abandonó la Escuela de Medicina en los años 70 para combatir al entonces gobierno socialista etíope. Como primer ministro, guió a Etiopía a través del libre mercado y la venta de las empresas públicas a los inversores extranjeros. En 2006, cuando los EEUU le pidieron que invadiese la vecina Somalia, Zenawi (un intransigente agente de los intereses norteamericanos) estuvo más que dispuesto a cumplir la petición.

Por sus servicios, el hombre fuerte de Etiopía recibió pingües beneficios: mil millones de Washington en 2010, y casi la misma cantidad el año pasado. Y sus "servicios militares y de seguridad" son celebrados en Washington como "uno de los socios preferidos de la CIA en África".

¿No era Meles Zenawi de esa clase de líderes a los que Washington injuria? El Departamento de Estado no llevó a cabo ninguna campaña para su destitución, y esta línea fue asimilada por los obedientes medios de comunicación, y después por los liberales, la izquierda moderada, los "activistas pro-democracia" y los troskistas de la "exclusión aérea en las zonas rebeldes". Todas estas fuerzas estaban demasiado ocupadas tratando de superarse unos a otros en la denuncia de los deshonestos socialistas y nacionalistas a los que Washington señaló, porque presuntamente odian la democracia y los derechos humanos, pero lo cierto es que odian la dominación extranjera. Meles Zenawi nunca estuvo en la lista negra de Washington. Ni en la de los medios de comunicación occidentales. Ni en la de los mencionados izquierdistas.

En el obituario de Meles Zenawi aparecido en The New York Times, Jeffrey Gettleman se vio en la obligación de explicar la brecha existente entre la retórica pro-derechos humanos de Washington y su práctica de apoyo a los verdaderos enemigos de los derechos humanos.

Etiopía, (afirma Gettleman) no es el único caso que genera preguntas complicadas relacionadas con el equilibrio entre los intereses y los principios. Los intereses de los EEUU (es decir, los intereses de un 1%) superan ampliamente los principios, por lo que Washington continúa apoyando líderes como Meles Zenawi o los petromonarcas del Golfo Pérsico. Los principios son sólo retórica para cubrir la violación de otros países en la búsqueda de beneficios.

Arabia Saudí, continúa, es un ejemplo claro de intereses por encima de los principios, un país donde las mujeres carecen de muchos derechos y no existe la libertad religiosa. Pese a todo, continúa siendo uno de los más estrechos aliados de los EEUU en Oriente Medio por una razón muy simple: sus recursos petrolíferos.

Pero la industria y el consumo de los estadounidenses no dependen de este petróleo. De hecho, EEUU es uno de los principales productores mundiales de petróleo, y más de la mitad del petróleo que los yanquis emplean es de origen nacional. La vecina Canadá suministra a los EEUU tanto petróleo como los países productores del norte de África y de Oriente Medio juntos. La pérdida de Arabia Saudí como aliado no significaría ningún problema de suministro para los EEUU. Como mucho, el petróleo saudí representa una pequeña parte del petróleo que consume EEUU. No obstante, es una enorme fuente de beneficios relacionados con el petróleo para las empresas estadounidenses, no sólo directamente, sino a través del lavado de los petro-dólares por medio de los bancos estadounidenses. Arabia Saudí continúa siendo uno de los principales aliados de los EEUU en Oriente Medio por una simple razón: no por el petróleo en sí, sino por los inmensos beneficios económicos relacionados con él.

Gettleman también señala que, en África, los EEUU cooperan con varios gobiernos de partido único, ddominados por un solo hombre, en contraposición a su compromiso con la promoción de la democracia. Pero no dicen el por qué. Si se tienen los beneficios petrolíferos de Arabia Saudí, ¿qué hay en África? El diario The Wall Street Journal es más claro. El antes nombrado Meles Zenawi transformó una economía socialista planificada en una "libre de control" que atrajo a inversores en la agricultura y la manufactura. En otras palabras, ayudó a los ricos inversores norteamericanos; un insignifcante 1% de la población.

Mientras, los dirigentes que combatieron la explotación de sus países por el 1% que representa Occidente, son desestabilizados, sancionados, bombardeos (con la ayuda de una marea de izquierdistas) y denigrados por las más virulentas campañas de desprestigio.

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