Supongo que existen muchas maneras de conmemorar el 14 de abril, Día de la República. Algunas se basan en mero folklore nostálgico. Otras tratan de conectar de algún modo el pasado con el presente. Pero ese día, muchos andaluces hemos tenido la oportunidad de celebrar el 14 de abril de la forma más auténtica posible: con una huelga general.
Esta huelga, convocada por el SAT-SOC, ha paralizado, casi al 100%, diecisiete municipios de la provincia de Sevilla, habitados por un total de más de 84.000 personas. De ese modo, tras el anuncio de que el PSOE abaratará el despido, tras las obscenas inyecciones de dinero público a la banca privada, tras tantos abusos, estos admirables jornaleros escapan del lamentable bucle en el que está atrapada la supuesta izquierda de este país.
Con un PCE que afirma que sólo promoverá una huelga “si así lo decide CCOO”, su único sindicato referente; con unas CCOO que anuncian que sólo harán huelga si también la convoca UGT, la correa de transmisión del PSOE, la ecuación se despeja así: sólo habrá huelga cuando lo quiera el PSOE, es decir, cuando gobierne el PP.
Ese cambio de postura, según gobierne PSOE o PP, sólo es explicable desde la perspectiva de que los sindicatos mayoritarios no son en realidad sindicatos, sino aparatos del Estado controlados por el PSOE. Ya que, de ser sindicatos, defenderían los intereses de los trabajadores, independientemente del color del gobierno de turno.
Al analizar las políticas de PSOE y PP, sucede lo contrario que al analizar cualquier otra cosa. Lo normal es que, al profundizar un análisis cualquiera, vayas percibiendo más y más matices diferenciadores entre los elementos analizados. Pero, en este caso, sucede justo lo contrario: cuando más estudias el asunto, menos diferencias ves entre el PSOE y el PP.
Por si este panorama no fuera bastante deprimente, CCOO y UGT se comportaron como vulgares esquiroles en la huelga general de la Sierra de Cádiz del pasado 9 de febrero, llamando a los trabajadores a no hacer huelga y acudir a sus puestos de trabajo (pese a que, para colmo, carecen de representación sindical en la zona).
Y sin embargo, el SAT acaba de volver a demostrarnos que en este país, y en todos los países del Estado, y en todos los Estados del mundo, para los oprimidos existe esperanza. Esa mañana madrugamos y, desde múltiples puntos de Andalucía, nos desplazamos para estar a las 7:00 en las plazas de Osuna y Estepa y organizar los piquetes. El trabajo previo había sido excelente: todo el pequeño comercio secundaba la huelga y estaba cerrado. Las furgonetas de megafonía deambulaban por la cabeza de la comarca avisando a los habitantes de la movilización. El reto era ahora superar la parásita ambición de los dueños de Mercadona y Eroski, que, amparados por la Guardia Civil, trataban de reventar la huelga obligando a trabajar a sus asalariados. Pese al frío, aguantamos el envite e impedimos que las grandes superficies trabajaran.
La huelga ha sido un éxito impresionante. Los diecisiete municipios han parado su actividad prácticamente por completo, a pesar de los chantajes de alcaldes del PSOE, que han amenazado con retirar el subsidio agrario a quienes secundaran la huelga. En el mitin final de esta emocionante movilización, han tomado la palabra nada menos que ocho alcaldes de la comarca, en apoyo de la huelga, así como numerosos activistas de movimientos sociales o históricos sindicalistas de la talla de Diego Cañamero.
El momento más emotivo ha venido cuando ha tomado la palabra Juan Manuel Sánchez Gordillo, el célebre alcalde de Marinaleda. A grito limpio, Gordillo ha arremetido contra el carácter fascista de los “perros” de la Guardia Civil; ha explicado que el Estado no es “neutro”, sino un Estado de clase que garantiza la explotación de la clase trabajadora por los terratenientes y la burguesía; que no vivimos bajo una verdadera democracia, sino bajo una dictadura encubierta del capital; que el PSOE es un caballo de Troya del capitalismo, por lo que no debemos meterlo dentro de nuestras murallas: hay que meterle fuego por los cuatro costados, echarlo al mar; que la izquierda o es anticapitalista y le hace oposición al régimen, o no es izquierda…
Todo ello para vergüenza de los burócratas de la “izquierda oficial”, que no podían sino mirar a otro lado, mientras la masa de obreros del campo y de militantes solidarios de las ciudades rompía en aplausos y gritos de “Viva Andalucía Libre”. También ha sido emotivo ver que un chaval de la comarca, de apenas 17 años, cogía el micrófono y llamaba a todo el mundo a continuar la lucha, recordando quiénes eran, en palabras de Bertolt Brecht, “los imprescindibles”: los que luchan toda la vida.
Estos hechos demuestran que el Pueblo Trabajador Andaluz, acorralado por el hambre y el paro, puede salir de su letargo, y así ocurrirá si tenemos la madurez política y la generosidad de, por encima de las habituales rencillas partidistas, arrimar el hombro para que estos gérmenes de unidad y Poder Popular prosperen, se desarrollen y se generalicen.
Como dijimos al empezar, este 14 de abril ha ido más allá de las habituales banderas, de las habituales conmemoraciones folklóricas. El mejor homenaje que podemos hacerles a tantos compañeros asesinados por el fascismo es continuar su lucha. Quizá por eso el SAT ha anunciado que, desde el 15 de abril, comenzará a preparar su tercera huelga general de 2010, y que así seguirá hasta alcanzar el objetivo de una huelga general en Andalucía. Para que Andalucía viva libre, viva Andalucía viva.
Manuel M. Navarrete
(Extraído del blog de las Juventudes Gilenenses)
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