Más allá de las urnas y de los votos, más allá de los resultados y de las cifras, más allá del electoralismo barato, de los jolgorios y de las decepciones ante los marcadores electronicos está el caminar de un pueblo, su lucha profunda, su aliento revolucionario. Eso es lo que importa en medio del baile de los guarismos, de los cálculos electorales y de futuras "victorias" en coeficientes. Y por eso precisamente es bueno fijar la mirada al norte real y situarse con seriedad en medio de la barraca. Y que los análisis se hagan con el rigor del que no comulga con el deslumbramiento del juego electoralista sino con el sentido incrustado en las raíces del verdadero juego, el que aquí venimos jugando de verdad hace un porrón de años. Y es que más allá de los votos, más allá de las urnas está ese caminar. Y en ese caminar estamos y estaremos.
Son aún muchos los que esperan reunificación y esperan euskera y algunos esperan socialismo a través de las actuales instituciones; los que siguen pensando que se ha dado un paso, aunque sea pequeño.
La tentación de esa esperanza es bien comprensible, ya que a todos nos gustaría el logro de la liberación vasca sin más enfrentamientos violentos y sin más sacrificios. Lo malo es que es puro espejismo, como el tiempo se encargará sin duda alguna de demostrar a todos.
Las reglas del juego trucado marcadas por la oligarquía española acaban por colarse en nuestros entresijos mentales y hemos interiorizado imperceptiblemente una parte de ellas en una sociedad cuyas riendas dirigentes (los medios de producción y de comunicación, las armas) se encuentran en poder de la minoría oligarca, las elecciones sólo pueden ser elecciones burguesas, no pueden expresar correctamente la voluntad popular ni aunque lo aparenten. Las elecciones burguesas se pueden utilizar pero no se pueden creer. Y lo malo de su utilización reiterada es que algunos terminan por creérselas y así se explica, en parte, la evolución de algunos partidos, antes revolucionarios, hasta defender la revolución por medio de las urnas.
Las elecciones burguesas están hoy destinadas, no a conocer la voluntad popular, sino a igualar el peso político de los ciudadanos vascos que dan su vida (o media vida) por la colectividad con el peso de los que no dan por ésta ni una uña. Esa distorsión del valor político de los ciudadanos revaloriza a los más reaccionarios y conservadores y trata de arrinconar a las fuerzas del cambio.
¿Y el Aberri Eguna 2010? Todo bien, estamos con los compas de EA y luego tenemos un concierto con Deskontrol, pues eso, Aberri Eguna 2010, un Aberri para no olvidar...
(Artículo de opinión sobre la actual situación sociopolítica vasca redactado por los camaradas de Euskal Herria Sozialista.)
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