19 de agosto de 2010

La experiencia socialista en África (Parte 2)

Ujamaa, la experiencia tanzana

En un documento histórico, la Declaración de Arusha de 1967, el entonces partido de gobierno, Tanganyika African National Union, Unión Nacional Africana de Tanganica (más tarde llamado Chamna Cha Mapiduzi o CCM), declaró su política de trabajar hacia una Tanzania socialista y autosuficiente. Primero, es importante notar que las políticas fueron exitosas al desarrollar uno de los más innovadores sistemas de cuidado de salud de los países del sur. Segundo, inició un sistema de educación universal gratuito que incluía un programa para erradicar la analfabetización en adultos y el uso creativo de los medios para ayudar a fomentar el aprendizaje de la lectura y la salud. La provisión de la educación fue nacionalizada y expandida. Estos fueron grandes avances sociales que partieron del injusto sistema heredado del colonialismo primero alemán y posteriormente, británico.

Al igual que todos los países con orientación socialista, Tanzania se opuso activamente a la agresión colonialista e imperialista y apoyó en forma política y material a los movimientos de liberación nacional. Tanzania participó en el Movimiento de los No Alineados. Esas fueron manifestaciones positivas de las políticas Ujamaa.

Las industrias manufactureras propiedad de extranjeros, las grandes haciendas capitalistas, los bancos y compañías de seguros fueron nacionalizadas y el Estado estableció corporaciones para vigilar los programas de “desarrollo”, la importación y venta de bienes de consumo, etc. La importancia social de éstas será examinada más adelante. Sin embargo, la piedra angular de la nueva política era el plan de poner en marcha y acelerar un proceso de transformación rural, el cual fue diseñado para agrupar a los campesinos para la producción cooperativa. El presidente Julius Nyerere explicó que no se podía esperar que el desarrollo viniera de afuera, la propia gente debía iniciarlo. Las nuevas aldeas Ujamaa serían “voluntarias”, creadas y mantenidas por la gente misma, el pueblo mismo y con sus propios recursos, o sea, sin la inversión de recursos por parte del Estado.

Julius Nyerere (1922-1999), Presidente de Tanzania entre 1964 y 1985

El subsecuente documento de seguimiento a la Declaración Arusha fue el Mwongozo (1971) o Reglas de Liderazgo, las cuales prohibían que tanto los líderes políticos y como los funcionarios de Estado ganasen salarios adicionales. El Mwongozo enfatizaba el principio de la planificación por el mismo pueblo. Tal y como lo decía sucintamente, “no era correcto que los líderes y expertos usurparan el derecho del pueblo a decidir sobre un tema solamente porque ellos tienen la pericia”. Puesto que la producción agrícola era el sector principal de la economía nacional, se asumía que los cooperativistas campesinos debían producir para el mercado doméstico lo suficiente para alimentar a la creciente población urbana, proveer la materia prima para la industria manufacturera al igual que para la exportación. En la práctica, según el trabajo de Philip Raikes y Andrew Coulson, no hubo una estrategia concertada para una transformación económica sustentable. No hubo eslabones que unieran la producción agrícola y la industrialización.

Las implicaciones de una política agraria basada en la “tradición” fueron profundamente deterioradas porque históricamente las formas pre-capitalistas dependían en gran parte de intercambios comunales y recíprocos de trabajo en las tierras de familias individuales. La esencia de esto fue la producción de subsistencia y consumo. El énfasis en la producción de mercadería para intercambio era antiético a este arreglo. Siempre y cuando la producción de mercadería diera como resultado la diferenciación social de los campesinos, serían los campesinos ricos quienes se beneficiarían del intercambio de trabajo. Para evitarlo, la educación política y la movilización serían necesarias. Esto no sucedió. Demasiado énfasis en la producción socavó la política de la confianza en sí mismo y mezcló la relación entre el campesinado y el Estado.

La Ujamaa en las aldeas no era voluntaria, ni política, sino burocrática y obligatoria. La iniciativa de establecer las nuevas aldeas no surgió del campesinado sino de políticos y burócratas de Estado. Algunos observadores han señalado que la política reforzó la hegemonía de lo que Shivji, Mapolu y otros han llamado la burguesía burocrática estatal. En efecto, Lionel Cliffe argumenta: “el régimen tanzano montó una campaña que condujo a la sublevación de la mayoría de la población campesina pero que hizo mucho más para redefinir las relaciones burocrático-campesinas que para cambiar las relaciones de producción”.

En consecuencia, entre 1974 y 1977, la producción de los principales rubros de exportación tales como el algodón, las nueces de marañón, etc., declinó. En 1975, cooperativas productoras que habían estado en existencia antes de la independencia (en 1961) fueron abolidas. Actividades culturales como tocar el ngoma (tambores) que están asociadas con la siembra y la recolección, al igual que con la pesca, también fueron abolidas con el pretexto de que constituían un obstáculo a la producción. El campesinado resistió quemando los cultivos y recurriendo a la agricultura de subsistencia. Entre 1978 y 1981, la producción de comida campesina para el mercado doméstico declinó y hubo escasez de comida en las áreas urbanas. Mapolu ha argumentado de manera convincente que la crisis en la producción agrícola no fue causada por la sequía sino por las políticas socio-económicas del Estado. En la raíz de la crisis estaba la destitución del conocimiento campesino, de la cultura del pueblo, de la visión que tenía el pueblo de sí mismo como portador de la modernidad. El pueblo fue influenciado por la ideología de “modernización” elitista característica del orden colonial. El difunto A.M. Babu lo puso en estos términos:

"La estrategia de Tanzania de organizar al campesinado en aldeas Ujamaa es básicamente correcta. El proyecto, sin embargo, fue llevado a cabo con demasiada rapidez e informalidad lo que en ocasiones llevó al uso de la fuerza. Como resultado dicha estrategia tuvo éxito solamente en destruir la economía de las aldeas que había sido establecida con mucha anterioridad, en la cual la iniciativa individual era superior e instituyó una economía en gran parte colectiva cuando la mayoría de los campesinos no estaba lista para ello. El resultado predecible fue que el país perdió el beneficio de la forma antigua al destruir las fuerzas productivas de las aldeas cuando la nueva forma aún no estaba lista para reemplazarla, mucho menos para sobreseerla. Esta situación ha llevado a interrupciones en la producción y a que los campesinos se retiren hacia la agricultura de subsistencia."

He decidido insistir en las áreas rurales porque ellas constituyen la clave para la transformación exitosa de la economía y la sociedad. Sin embargo es preciso mencionar, así sea brevemente, el rol de la pequeña clase trabajadora. La relación entre trabajadores y burócratas de Estado y gerentes daba una impresión similar a la experiencia del campesinado. Sin embargo, contrario al campesinado, los miembros de la pequeña clase trabajadora confrontaban activamente a los propietarios y al Estado siempre que este último mostraba ser insensible a sus demandas. En las fábricas y en el sector turístico, esta clase trabajadora luchó contra los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo, los injustificados privilegios materiales de los gerentes y contra las prácticas racistas. La clase trabajadora utilizó el documento Mwongozo del partido TANU como arma ideológica, tomó control de las fábricas y las manejó como cooperativas de trabajadores.

En algunos casos sus acciones fueron apoyadas por el Estado, pero en otros fueron suprimidas cruelmente. Así pues, mientras existía algún mecanismo que permitía a los trabajadores participar en el manejo de las fábricas y otras empresas, esto era muy combatido ya que muy a menudo el manejo de dichas empresas era manipulado por gerentes, burócratas de estado, políticos y hasta líderes sindicalistas. El estudio del caso tanzaniano muestra que mientras la democracia era solamente retórica y mientras el poder continuaba en manos de los burócratas y gerentes de empresa excluyendo a los trabajadores y al campesinado, el prospecto de la transformación socialista era realmente dudoso.

El período después de 1978 se caracterizó por una combinación de baja producción agrícola con una importación creciente de arroz y maíz, baja producción industrial y bajas exportaciones. El estado emprendió proyectos prestigiosos tales como la construcción de una nueva ciudad capital con un aeropuerto nuevo que hasta la fecha han permanecido como elefantes blancos. El Estado recurrió a préstamos externos mayores sin acompañarlos con crecimiento agrícola ni industrial. La subsecuente relación incómoda con el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones imperialistas y la instalación de un régimen neoliberal terminó la experiencia Ujamaa.

Los líderes tanzanos, es decir, aquéllos que se encontraban en el poder al igual que la burguesía burocrática para utilizar el término de Shivji, nunca enfrentaron seriamente el problema de la construcción socialista en una economía predominantemente campesina. Sus prioridades estaban equivocadas.

2 comentarios:

  1. Y colorín colorado, Nyerere se convirtió en capitalista

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  2. Correcto... Por desgracia, como otros tantos líderes "socialistas" africanos...

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