Los ataques o atentados de bandera falsa fueron muy utilizados por el régimen nazi, como reconocieron varios oficiales en los juicios de Nuremberg, como una estrategia para inculpar falsamente a sus rivales políticos y justificar así la posterior agresión contra ellos. Entre las banderas falsas más conocidas cometidas por los nazis destacan el incendio del Reichstag, una operación orquestada por el propio gobierno nazi, de la que se acusó falsamente a los comunistas, para suspender las libertades civiles y justificar la persecución de la oposición política, especialmente la persecución de los comunistas; o los falsos incidentes en la frontera entre Alemania y Polonia, que fueron usados como excusa para justificar la invasión de esta última nación.
La masacre de Katyn podría clasificarse como una más de esas siniestras operaciones de bandera falsa diseñadas por los nazis y destinada en este caso a romper las negociaciones entre el gobierno polaco en el exilio y la URSS, que tenían como objetivo fraguar una alianza antifascista contra los hitlerianos, algo que no se consiguió debido a la versión nazi que se propagó sobre lo sucedido en katyn, de lo cual se jactaba Goebbels en su diario “Esta ruptura supone en un ciento por ciento una victoria de la propaganda alemana y especialmente para mí personalmente… hemos sido capaces de convertir el incidente de Katyn en una importante cuestión política.”
La masacre de Katyn, en la que perecieron más de 10.000 militares polacos (supuestamente y siempre según la versión nazi, pues debemos recordar que muchos de los oficiales polacos que entonces se dieron como muertos, hoy día aún viven), en abril de 1940, ha vuelto a primera línea de la actualidad mediática, setenta años después, debido al extraño accidente aéreo en el que fallecieron la cúpula política polaca, cuando se dirigían a rendir homenaje a las víctimas de aquella terrible tragedia.
En esta ocasión, la totalidad de los medios de comunicación capitalistas han atribuido a la URSS y, particularmente, al camarada Stalin (como en su día lo hiciera la propaganda nazi) la autoría en exclusiva de la masacre, utilizando los mismos disparatados argumentos.
Un breve repaso histórico de los hechos demostrará que los nazis fueron los verdaderos autores de la masacre, así como la imposibilidad de que los soviéticos tuvieran algo que ver en la misma, siendo éstos los últimos interesados en que algo así les sucediese a los militares polacos.
En septiembre de 1939 el III Reich invade Polonia, y dos años más tarde, en julio de 1941, inicia la invasión de la URSS y conquista, entre otros, los territorios en los que se encontraba el bosque de Katyn.
En abril de 1943, momento en el que las negociaciones entre el gobierno polaco en el exilio y la URSS se encuentran en su mejor momento, el III Reich anuncia al mundo el descubrimiento en Katyn de varias fosas comunes con los restos de miles de militares polacos. De forma inmediata y mediante la presentación de pruebas falsas, Alemania acusa a la URSS de la masacre, hecho que tiene como consecuencia la ruptura de las negociaciones entre polacos y soviéticos.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la URSS pudo probar su inocencia al demostrar que el armamento utilizado para asesinar a los militares polacos era alemán y no ruso, algo que confirma lo escrito por el propio Goebbels en su diario, el 8 de mayo de 1943: “Desgraciadamente, la munición alemana ha sido encontrada en Katyn… es fundamental que este incidente se mantenga en secreto. Si llegara a ser conocido por el enemigo todo el asunto de Katyn tendría que ser abandonado.” Además, la URSS presentó multitud de documentos hallados (cartas, diarios, etc.) escritos por los militares polacos asesinados de su puño y letra, encontrados en sus ropas y fechados con posterioridad a la ocupación nazi, prueba concluyente de que los rusos nunca pudieron ser sus asesinos.
Hasta la propia prensa burguesa norteámeriaca no dio la menor credibilidad a la versión de la propaganda alemana. El diarioThe Times del 28 de abril de 1943 escribió: “Es sorprendente y lamentable que los que tenían muy buenas razones para comprender la perfidia y la ingenuidad que había en la maquinaria de propaganda de Goebbels, hayan caído ellos mismos en la trampa que había creado. Era difícil que los polacos hubiesen olvidado el volumen de propaganda que se difundió ampliamente durante el primer invierno de la guerra y que describía con todo lujo de detalles unas evidencias circunstanciales, incluyendo una fotografía, que mostraban unas supuestas atrocidades polacas contra los pacíficos habitantes alemanes de Polonia.”
Todo lo anterior haría que la culpabilidad nazi en la masacre de Katyn fuera un hecho incuestionable para el mundo entero hasta 1989, año en el que la naciente oligarquía rusa y el capitalismo internacional deciden iniciar el colapso controlado de la URSS, para lo cual contaron con la colaboración del nuevo gobierno pro-occidental de Polonia, ansioso por hacerse con las suculentas indemnizaciones económicas por la masacre de Katyn. Entre todos no dudaron en recuperar los falaces argumentos esgrimidos en su día por Goebbels, para conseguir sus objetivos.
Esta estrategia puede llegar a ser comprensible teniendo en cuenta el frecuente uso, por parte del capitalismo, del "terrorismo mediático" contra su gran rival ideológico, el socialismo, lo que ya no resulta tan comprensible es que diversos grupos o personas que presumen de antifascismo, anticapitalismo o simplemente de espíritu progresista asuman, de forma totalmente acrítica, los mismos argumentos utilizados por la propaganda nazi para desacreditar a la URSS.
Podéis encontrar más información sobre la gran mentira nazi de Katyn asumida por el capitalismo de hoy pinchando aquí.
Información extraída del blog Anti-imperialista mediante Gonzo17.
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