Thomsank.net
9/11/2006
África
El recuerdo de Thomas Sankara permanecerá eternamente en la memoria de África. Con sus palabras y sus actos respondió exactamente a la situación histórica que vivía su país.
Definió perfectamente las condiciones y emprendió valientemente las acciones necesarias para responder. Estos dos rasgos: la clara consciencia y la acción resuelta, unidas de forma excepcional en un líder que los pueblos raramente tienen, eran tan inadmisibles para los poderes que se ejercían sobre África, que una despreciable conspiración, que utilizó el rencor de los suyos para eliminarlo, vino a poner fin a su empresa. La conjunción de ambiciones rastreras y mezquinos intereses privó a Burkina Faso de la oportunidad histórica que el destino le había brindado.
Pero lo que nunca podrá borrarse son las palabras del presidente Sankara, que resuenan mucho más allá de Burkina Faso. Desde su desaparición, África se sumió, todavía más, en los males cuyas causas había descrito Thomas Sankara. Sus observaciones siguen siendo totalmente actuales:
"Hay que proclamar que sólo podemos sanear nuestros pueblos si volvemos radicalmente la espalda a todos los modelos que los charlatanes de todos los pelajes han intentado vendernos durante 20 años. No podemos conseguir ese saneamiento fuera de dicho rechazo. No conseguiremos el desarrollo si no ponemos en práctica la ruptura.
Además, todos los nuevos 'guías intelectuales', que salen de su sueño sobresaltados por el empuje vertiginoso de miles de millones de desharrapados, asustados por la amenaza que proyecta sobre su digestión esta multitud acosada por el hambre, comienzan a remodelar sus discursos, y en una búsqueda ansiosa, exploran una vez más en nuestras zonas y emplazamientos las recetas-milagro de nuevas formas de desarrollo para nuestros países. Para convencerse basta con ver los innumerables actos y los coloquios y seminarios" (Discurso de T. Sankara ante la ONU, octubre de 1984)
Thomas Sankara quería una política africana, partiendo de las realidades africanas y con la vuelta hacia el desarrollo de una economía y una cultura africanas, con los medios y los objetivos que eran los suyos, una política completamente al servicio de los africanos. Sankara tenía un conocimiento absoluto de las vivencias de la gente, de sus problemas más elementales, e imaginaba soluciones realistas y concretas. Con pocos medios y mucha inteligencia obtuvo resultados prometedores y sobre todo, fomentó las iniciativas de jóvenes y mujeres para conseguir la independencia económica de éstos. Esos millones de iniciativas liberadoras que consiguen el único y auténtico desarrollo.
Hoy que nos siguen calentando los oídos con microproyectos, microcréditos que los tecnócratas organizan con condenscendencia desde sus despachos, se sigue ignorando el verdadero mecanismo del éxito, que reside en el espíritu de una política total, elaborada enteramente al servicio del pueblo. Thomas Sankara devolvió su sentido a la hermosa palabra que es "revolución". Sankara sabía que la sociedad africana aspiraba a cambios radicales que la sacarían de un sometimiento de siglos y quiso librarla del peso aplastante de ese sometimiento. Y porque el presidente estaba en el camino del éxito le asesinaron después de haberle atacado con las más vergonzosas campañas de difamación.
A la pobreza de los habitantes de Burkina Faso correspondía un Estado de una modestia ejemplar, sin exhibiciones fastuosas, pero un Estado orgulloso que no bromeaba con su dignidad y el respeto que le debía, el mismo que a los Estados más poderosos. Thomas Sankara representó magníficamente a su país en las tribunas de las organizaciones internacionales pronunciando discursos auténticos y no de conveniencia. Presentó la imagen de una África noble y segura de sí misma, imaginativa y original, en vez de una vulgar imitadora de otros, los nuevos ricos amantes de los lujos que han dado lugar a multitud de dirigentes indignos.
Podemos decir, por lo tanto y sin temor a equivocarnos, que al asesinar a Sankara se quiso asesinar a África, como se asesinó al África de Lumumba, que no pudo ser más que un breve destello, para permitir al África de Mobutu exhibir sus vicios durante décadas. Sankara encarnó la revolución africana que anunció Franz Fannon. Era consciente de la hostilidad que causaba su figura entre los partidarios del imperialismo. Quizá no era totalmente consciente de su excepcionalidad cuando decía que si le mataban otro Thomas Sankara, otro Patrice Lumumba u otro Kwame Nkrumah se alzaría para guiar a los africanos.
Siempre seguiremos esperando a otro Sankara, y mientras tanto, comprobamos que la mejor juventud africana se nutre con su ejemplo, reconoce la precisión de su discurso y sus actucaciones, y se inspira en su pensamiento. La existencia y la lucha de Thomas Sankara no fueron inútiles. La influencia que ejerce y seguirá ejerciendo sobre el destino de los africanos es incalculable. Pudieron asesinarlo vilmente, pero nadie puede conseguir que desaparezca su presencia con todo lo que conlleva de inteligencia y fuerza para todos sus seguidores. Sankara nos legó para siempre el ejemplo de su vida. Sigue aquí, y ante su presencia caen los impostores. A Thomas Sankara y a sus compañeros caídos, para que África viva, les ofrecemos nuestro reconocimiento y la seguridad de que siempre permanecerán vivos en nuestra memoria.
9/11/2006
África
El recuerdo de Thomas Sankara permanecerá eternamente en la memoria de África. Con sus palabras y sus actos respondió exactamente a la situación histórica que vivía su país.
Definió perfectamente las condiciones y emprendió valientemente las acciones necesarias para responder. Estos dos rasgos: la clara consciencia y la acción resuelta, unidas de forma excepcional en un líder que los pueblos raramente tienen, eran tan inadmisibles para los poderes que se ejercían sobre África, que una despreciable conspiración, que utilizó el rencor de los suyos para eliminarlo, vino a poner fin a su empresa. La conjunción de ambiciones rastreras y mezquinos intereses privó a Burkina Faso de la oportunidad histórica que el destino le había brindado.
Pero lo que nunca podrá borrarse son las palabras del presidente Sankara, que resuenan mucho más allá de Burkina Faso. Desde su desaparición, África se sumió, todavía más, en los males cuyas causas había descrito Thomas Sankara. Sus observaciones siguen siendo totalmente actuales:
"Hay que proclamar que sólo podemos sanear nuestros pueblos si volvemos radicalmente la espalda a todos los modelos que los charlatanes de todos los pelajes han intentado vendernos durante 20 años. No podemos conseguir ese saneamiento fuera de dicho rechazo. No conseguiremos el desarrollo si no ponemos en práctica la ruptura.
Además, todos los nuevos 'guías intelectuales', que salen de su sueño sobresaltados por el empuje vertiginoso de miles de millones de desharrapados, asustados por la amenaza que proyecta sobre su digestión esta multitud acosada por el hambre, comienzan a remodelar sus discursos, y en una búsqueda ansiosa, exploran una vez más en nuestras zonas y emplazamientos las recetas-milagro de nuevas formas de desarrollo para nuestros países. Para convencerse basta con ver los innumerables actos y los coloquios y seminarios" (Discurso de T. Sankara ante la ONU, octubre de 1984)
Thomas Sankara quería una política africana, partiendo de las realidades africanas y con la vuelta hacia el desarrollo de una economía y una cultura africanas, con los medios y los objetivos que eran los suyos, una política completamente al servicio de los africanos. Sankara tenía un conocimiento absoluto de las vivencias de la gente, de sus problemas más elementales, e imaginaba soluciones realistas y concretas. Con pocos medios y mucha inteligencia obtuvo resultados prometedores y sobre todo, fomentó las iniciativas de jóvenes y mujeres para conseguir la independencia económica de éstos. Esos millones de iniciativas liberadoras que consiguen el único y auténtico desarrollo.
Hoy que nos siguen calentando los oídos con microproyectos, microcréditos que los tecnócratas organizan con condenscendencia desde sus despachos, se sigue ignorando el verdadero mecanismo del éxito, que reside en el espíritu de una política total, elaborada enteramente al servicio del pueblo. Thomas Sankara devolvió su sentido a la hermosa palabra que es "revolución". Sankara sabía que la sociedad africana aspiraba a cambios radicales que la sacarían de un sometimiento de siglos y quiso librarla del peso aplastante de ese sometimiento. Y porque el presidente estaba en el camino del éxito le asesinaron después de haberle atacado con las más vergonzosas campañas de difamación.
A la pobreza de los habitantes de Burkina Faso correspondía un Estado de una modestia ejemplar, sin exhibiciones fastuosas, pero un Estado orgulloso que no bromeaba con su dignidad y el respeto que le debía, el mismo que a los Estados más poderosos. Thomas Sankara representó magníficamente a su país en las tribunas de las organizaciones internacionales pronunciando discursos auténticos y no de conveniencia. Presentó la imagen de una África noble y segura de sí misma, imaginativa y original, en vez de una vulgar imitadora de otros, los nuevos ricos amantes de los lujos que han dado lugar a multitud de dirigentes indignos.
Podemos decir, por lo tanto y sin temor a equivocarnos, que al asesinar a Sankara se quiso asesinar a África, como se asesinó al África de Lumumba, que no pudo ser más que un breve destello, para permitir al África de Mobutu exhibir sus vicios durante décadas. Sankara encarnó la revolución africana que anunció Franz Fannon. Era consciente de la hostilidad que causaba su figura entre los partidarios del imperialismo. Quizá no era totalmente consciente de su excepcionalidad cuando decía que si le mataban otro Thomas Sankara, otro Patrice Lumumba u otro Kwame Nkrumah se alzaría para guiar a los africanos.
Siempre seguiremos esperando a otro Sankara, y mientras tanto, comprobamos que la mejor juventud africana se nutre con su ejemplo, reconoce la precisión de su discurso y sus actucaciones, y se inspira en su pensamiento. La existencia y la lucha de Thomas Sankara no fueron inútiles. La influencia que ejerce y seguirá ejerciendo sobre el destino de los africanos es incalculable. Pudieron asesinarlo vilmente, pero nadie puede conseguir que desaparezca su presencia con todo lo que conlleva de inteligencia y fuerza para todos sus seguidores. Sankara nos legó para siempre el ejemplo de su vida. Sigue aquí, y ante su presencia caen los impostores. A Thomas Sankara y a sus compañeros caídos, para que África viva, les ofrecemos nuestro reconocimiento y la seguridad de que siempre permanecerán vivos en nuestra memoria.
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