27 de enero de 2011

El Estado Español actúa como mejor sabe



Esta mañana, este sindicato ha tenido noticia a través de sus servicios jurídicos de la prohibición por parte de la Subdelegación del Gobierno de las convocatorias previstas para hoy contra la reforma de las pensiones en la ciudad de Sevilla. Dichas movilizaciones (concentración y huelga de hambre de delegados sindicales esta mañana y concentración y manifestación esta tarde) han quedado prohibidos bajo apercibimiento de multa.
Ante esta prohibición, el SINDICATO ANDALUZ DE TRABAJADORES/AS (SAT) quiere manifestar lo siguiente:
1º) Rechazamos por antidemocrática estas prohibiciones del Gobierno pues atacan derechos fundamentales como la libertad de expresión y manifestación. Una vez más el Gobierno pretende hacernos callar ante el robo a mano armada que supone sus políticas de recortes sociales y el pensionazo.
2º) Para evitar males mayores a nuestra afiliación y simpatizantes, el SAT desconvoca las acciones previstas. No obstante, ante la imposibilidad de avisar a muchas personas que tenían previsto acudir a la concentración y manifestación de esta tarde y para evitar cualquier tipo de malentendido, el SAT estará en la puerta del Ayuntamiento para dar una explicación a los presentes y desconvocar in situ la concentración y manifestación previstas para esta tarde.
Comité Local de Sevilla del SAT

En defensa de la dignidad de Andalucía y de los 17 andaluces de conciencia represaliados


Alegato en defensa de la dignidad de Andalucía y sus represaliadxs por protestar contra la indignidad de la “Toma”
Leo pavorosamente, tal como informa la web El Afilaó, reproducida por Kaos en la Red:“Expedientadxs 17 antifascistas por protestar contra la celebración de la Toma de Granada. (…) Durante la última década la extrema derecha ha campado a sus anchas cada 2 de enero en la Plaza del Carmen sin que ninguna instancia jurídica haya hecho lo más mínimo por evitar la exaltación del racismo y el fascismo que los fascistas han hecho continuadamente.


Pero este año sí. La presencia de la izquierda consecuente granadina en la Plaza del Carmen el 2 de enero de 2011 no podía ser pasada por alto. Molesta al españolismo, sea al más rancio de los falangistas, o sea al embozado en el disfraz de tolerancia e interculturalidad que representa el PSOE y su subdelegado de gobierno, Antonio Cruz.
Si lo que narra la prensa del régimen (en esta caso IDEAL y PÚBLICO) es cierto, 17 granadin@s habrían sido expedientadas y multadas por manifestar su rechazo a esta celebración en la Plaza del Carmen el día 2 de enero.
Democracia a la española. Sin duda.”
El españolismo y las instituciones colonialistas, herederas y continuistas del régimen franquista ya venían avisando antes de la celebración del genocidio andaluz de la Toma de Granada que este año estaban dispuestos a impedir cualquier acto de protesta frente a la vergüenza ignominiosa de celebrar la caída de Granada y que harían lo posible en recurrir a la asfixia económica para disuadir las justas protestas de los andaluces de conciencia y de los antifascistas en general.
La extrema derecha y el españolismo en general pueden estar de enhorabuena. De hecho, sus mayores cabecillas, de PP y PSOE, han salido absueltos. También se podría catalogar como ultras y provocadores por sus declaraciones tanto a Torres Hurtado del PP o el subdelegado del Gobierno del P$OE, Antonio Cruz, responsables de la presencia de los otros ultraderechistas que venían, como todos los años a Granada, a festejar con dinero público e instituciones que se dicen democráticas, un año más, la limpieza étnico-ideológica de los andaluces por parte del Imperio Castellano y recordar otro año más si cabe, que detrás de todo ese militarismo, racismo y esencias imperialistas solo se esconde el profundo deseo de mantener sometida a Andalucía. Su querido imperio no pudo fundarse mientras no anexionaran de forma violenta y asesina, trápala y traicionera, a Andalucía y su generoso pueblo.
Es un insulto a Andalucía y al pueblo trabajador andaluz que 17 andaluces de conciencia sean encausados por defender la cultura, historia, identidad y la dignidad de Andalucía. Por defender la paz, la concordia, el entendimiento y la verdad histórica.
¿Qué delito es ese de defender la dignidad y la honra de nuestros antepasados? Pero aun mejor, ¿no es delito celebrar genocidios, expulsiones, matanzas, limpiezas étnicas? Si esto es así, como es, aquí no hay más ultras que los españolistas de turno desde el PP, PSOE, IU hasta el arco fascista que son los únicos extremistas que han defendido, defienden y están defendiendo valores radicalmente contrapuestos a los derechos humanos, al derecho a la honra, el respeto, la vida, la tolerancia, la comunicación entre pueblos. Les está faltando el respeto y escupiendo a la cultura, historia e identidad andaluzas, a la granadina y a toda la que pueda tener un mínimo de sensibilidad humana y sentido de la justicia y la libertad.
¿Qué son las “Tomas”?
Parece mentira que en una Andalucía donde según el texto autonómico vigente, se reconoce a duras penas que somos una Nación (una realidad nacional la denomina el Estatuto) y se reconocen, aunque vagamente, los marcadores de la identidad, historia y cultura andaluzas, aún se sigan celebrando y festeando bajo el nombre de la “Toma” las conquistas de las principales ciudades andaluzas como Córdoba, Sevilla, Xerez (aquí sacan una representación de cabezas cortadas de andaluces islamizantes a caballo), Granada o Almería. Estas conquistas no supusieron ventaja alguna para los andaluces de entonces, sino incívicas matanzas, sufrimiento, desplazamientos de población, asesinatos y opresión…a su vez, Andalucía, dejaba de ser Libre, independiente, para pasar a ser vasalla del oscuro feudalismo imperial que dejó yerma y falta de soberanía a nuestra tierra. Estas conquistas, que prosiguieron vía América Latina en 1492, a su vez, siguen teniendo el significado que siempre han tenido: exaltación de valores militaristas, integristas religiosos, intolerancia, obediencia ciega y resolución de conflictos por vía violenta.
El genocidio parcial (que no fue total) de la población andalusí que pasó a ser morisca, fue la primera limpieza étnica que conocemos en la historia contemporánea propia de Andalucía y también en la europea; estos hechos que festejan las tomas, suponen un insulto a Andalucía, su Historia, su Memoria, su Identidad, es un insulto degradante, año tras año, a nuestros muertos, a nuestros antepasados, subvencionado con el erario público. ¿Qué pueblo celebra su derrota, su asesinato, su destrucción? ¿Alguien se imagina a los judíos celebrando el Holocausto? ¿Alguien se imagina a los palestinos celebrando el estado sionista? ¿Se imaginan a los negros sudafricanos celebrando el Apartheid? ¿O a los irlandeses celebrar los desfiles orangistas? Imposible. Pues aquí las autoridades del Estado Español celebran nuestra derrota como cuna y nacimiento de su Imperio, de su intervención, triste intervención, en la Historia. Los andaluces de conciencia debemos elevar la denuncia de este viejo atropello cuanto antes.
No entiendo cómo las mismas instituciones que fomentan y organizan este tipo de actos, luego nos hablan de “las tres culturas”, de “diálogo de civilizaciones”, de “Andalucía como punto de encuentro”. Y no, señores políticos españolistas y pseudo-regionalistas, ese camelo no cuela. Aquí no había tres culturas, sino una, la andalusí, con tres cosmovisiones de la vida; aquí no había reconquista, pues Andalucía, madre de todas las culturas autóctonas e influencias ibéricas, nunca había pertenecido anteriormente a Castilla, León o Aragón; aquí los cristianos, desde siempre, habían sido arrianos y unitarios, trinitarios había muy pocos; aquí no había un pueblo inexistente o extranjero, aquí estaba desde siglos un pueblo autóctono como el andaluz, un Pueblo, que por su misma Historia, aunque hoy carezca de conciencia y poder político, merece el mayor de los respetos. Porque esas tomas festejan, entre otras cosas, la destrucción de la cultura andalusí, aquella que inspiró el renacimiento del siglo XVI en Europa con su ciencia y humanismo, logrando este cénit antes del siglo XIII cuando todavía no se habían conformado la mayoría de países europeos.
Menos aún entiendo a quienes son capaces de atreverse a multar, criminalizar e insultar públicamente a andaluces que protestan frente a este atropello con el que deben acabar más pronto que tarde los andaluces. Antonio Gala escribía por los 80 una frase que resume todo aquello que pensamos quienes deseamos una Andalucía Libre, responsable, consciente, conocedora de sus derechos y ejerciendo sus valores históricos de tolerancia, justicia, paz y libertad:“reconquista, como palabra aplicada a Andalucía, no es más que un error histórico o una mera idiotez”. Ya es hora de mandar las Tomas, como diría nuestro pueblo, a tomar por saco. O en lenguaje andaluz más coloquial incluso: a “Tomar” porculo.
¿Porqué los andaluces/zas de conciencia estamos en contra de celebrar los aniversarios de las conquistas de nuestros pueblos y ciudades por la Corona de Castilla?
Podríamos resumirlo en:
.- Porque no somos castellan@s. Somos Andaluces/zas.
.- Porque suponen un claro ataque a la Identidad Nacional de Andalucía así como a su Cultura e Historia.
.- Porque ahondan en la manipulación y el falseamiento de la Historia de Andalucía.
.- Porque suponen un respaldo a valores xenófobos, racistas, imperialistas, militaristas y de integrismo religioso.
.- Porque exaltan genocidios, expulsiones, matanzas, abusos, torturas, despojos y limpiezas étnicas.
.- Porque no sólo representan un anacronismo grotesco y esquizoide, sino también un insulto a la inteligencia del pueblo andaluz.
.- Porque por algo, el dictador Franco convirtió esta celebraciones en señas de identidad de su monstruoso régimen.
.- Porque contienen una rabiosa política de clase dominante y alienante del pueblo trabajador andaluz, ahondando en la explotación del hombre por el hombre.
¿Cómo se entiende, pues, que personas e instituciones democráticas e incluso que se dicen andalucistas celebren esta tipo de actos? Estas celebraciones nos recuerdan que Andalucía aún no es dueña ni de su pasado, ni de su presente ni de su futuro; que Andalucía sigue sometida a intereses foráneos.
Pero hay más, mucho más. Porque quienes aplauden este tipo de actos en los que se ensalza el racismo, las conquistas, los genocidios, el militarismo, la xenofobia, etc. Son los mismos, no nos engañemos, que aplaudieron y aplauden consciente o inconscientemente a Franco, Pinochet, Hitler, Mussolini, Videla, Salazar, Marcos, Somoza, Batista…sólo hay que mirar a sus defensores, ellos mismos se delatan.
Los mismos que organizan este tipo de actos desde las instituciones y los presentan como fiestas, son los responsables de todo cuanto acontece alrededor de la toma, son los mismos que pertenecen a partidos que dicen que los nazis no están organizados en el estado español cuando todo el mundo, incluidos los tribunales europeos que son tan amigos suyos, saben que el estado español fue y es la meca de los nazis en cuanto a difusión de material, publicidad, ideas…
Quienes están detrás de la justificación de la “Toma” no saben ni media de la historia andaluza. Empezando por la célebre y cruel casualidad de que Felipe II, uno de los que firma los decretos de expulsión, fue salvado por un médico morisco cuando los de su corte cristiana ya lo daban por moribundo cuando niño. Este capítulo refleja la síntesis del pensamiento “cristiano-viejo”, imperialista, pre-españolista.
A lo mejor tampoco saben que los mismos ejecutantes de la inquisición empleaban en las indias como en la península ibérica, especialmente en Andalucía, los mismos procedimientos para destruir las culturas anteriores, para quitar a estos pueblos no solamente su tierra sino su historia. Casi con toda probabilidad, la carencia de instituciones andaluzas propias y con ello, de un sistema educativo propio hace que no se valore la cultura, historia ni identidad andaluzas. Es el caldo de cultivo donde se les dice a nuestros niñ@s que no tenemos cultura, ni historia ni identidad propias, que nada fue para tanto, que tenemos peculiaridades pero nada más. Ah, y que hablamos mal. Es posible que cuando lleguen a ser mayores no sólo desconozcan su historia, sino que cuando le hablen de ella, les pueda parecer encima, menos dolosa que la de Rapa Nui, la cual le produciría si leyera su historia, una execrable repulsión. Y así, por desgracia, con todo.
Refiriéndose a Al-Andalus, Roger Garaudy opina: “Fue, además, una revolución cultural. El Corán prohíbe toda represión en materia de religión; la sinagoga del judío y la iglesia del cristiano permanecieron siempre abiertas y libres”. Esta simbiosis nueva de las tres religiones abrahámicas dio, en el plano de la cultura y tan sólo dos siglos más tarde, un gran florecimiento cultural. Las ciencias y los métodos de irrigación de la tierra son únicos en el mundo. Ésta última será modélica hasta el Renacimiento -Torricelli envía a uno de sus alumnos, Juanello Turriano, a estudiar a Al-Andalus las técnicas hidráulicas de los musulmanes-, produjo un renacimiento económico de Al-Andalus. Las ciencias conocieron un gran desarrollo, hasta el punto de que Roger Bacon, precursor del método experimental en Europa, escribió que “la ciencia entera tiene su fuente en el Islam”. Los tratados de óptica del físico Ibn Haytham son, en efecto, la fuente de los métodos modernos de la ciencia: la hipótesis matemática y la verificación experimental. Los instrumentos de cirugía de Abulcasis de Córdoba y sus manuales estuvieron en uso 500 años (hasta el siglo XVI) en todas las universidades de Europa.
En su apogeo, siglos IX al XII, bajo el califato de Abderrahman III y Al-Hakam II, Córdoba fue la ciudad más grande de Europa y el centro de irradiación de la cultura hacia toda ella. El mayor filósofo judío, Maimónides de Córdoba, escribía en árabe y tanto Santo Tomás como Alberto el Grande, tomaban como base de discusión la obra de Averroes. El mayor de los místicos musulmanes, Ibn Arabi de Murcia, inspirará, con su relato de la ascensión del profeta, la Divina Comedia de Dante y, cuatro siglos más tarde, el misticismo de la poesía de San Juan de la Cruz. La introducción en Al-Andalus, gracias a los musulmanes, en el siglo X, del papel (inventado por los chinos) y que venía a sustituir al papiro y al pergamino usados hasta entonces, que resultaban escasos y caros, abrió una nueva era en la vida cultural europea ya que posibilitó una mayor extensión de la cultura a nuevas capas sociales.
En definitiva, durante 400 años, desde el siglo VIII hasta el XII, no hubo cruzada, sino coexistencia y fecundidad recíproca entre culturas. Tampoco se produjo una batalla constante y frontal entre cristianos y musulmanes, sino luchas menores, de origen político mas que religioso, entre pequeños reyes o gobernantes; cristianos y musulmanes se aliaban a menudo contra un rival común, coaligándose a su vez entre ellos indistintamente.
Tras esta maravillosa floración civilizadora, empieza a entreverse la decadencia del islam andaluz. Y hay que buscar las causas, entre otras, en el hecho de que la religión empezó a dejar de ser una llamada a la apertura y a la búsqueda para estancarse en el dogmatismo; la cerrazón y el sectarismo que se propagó como un viento fúnebre sobre todas las formas de la cultura y de la política”
(…) Desde 1120 el papa Calixto concede a las cruzadas contra Al-Andalus los mismos privilegios que a las de Jerusalén. En el 1147, el Abad de Císter, San Bernardo, con el Papa Urbano II llama a la segunda cruzada y, en el 1197 el papa Inocencio III convoca la tercera cruzada contra Al-Andalus. (…) La toma de Granada en el 1492, no es más que una fecha simbólica, ya que en esta época y desde hacía dos siglos, los musulmanes andaluces no reinan ya en la península ni en la Al-Andalus propiamente dicha, Andalucía, salvo en el Reino de Granada, vasallo y tributario de Castilla. (…) un decreto real del 14 de septiembre de 1480, institucionaliza la inquisición en Castilla. En el 1484 la inquisición será impuesta también en Aragón. Así, el Estado-Iglesia naciente, donde no se puede ser español si no se es católico, puede proseguir su política de unificación a ultranza y de totalitarismo con la investidura y la bendición papal.
La toma de Granada en el 1492 toma el valor de símbolo. La rendición del último rey nazarí Boabdil, en condiciones relativamente honorables, asegura a los vencidos la garantía de sus vidas, de su libertad religiosa y de sus bienes, pero el pacto es inmediatamente violado: para los judíos desde 1492 y para los musulmanes en el 1610, no hay elección: la conversión forzosa o la expulsión. (…) fue el mismo Torquemada el que dirigió la Inquisición tanto en la península como en las Indias. En 1499, en Granada, el Cardenal Cisneros destruyó en la hoguera los libros del Islam, como en el 1562 el obispo Diego de Landa quemó en otra gigantesca hoguera en Yucatán los códices Mayas.”
Y así podríamos seguir con una larga lista de agresiones y de trasfondos que tiene la llamada “Toma” de Granada.
Acusaciones y descalificaciones.
A estas horas aún no sabemos de qué pueden acusar a los antifascistas andaluces. Suponemos que de cualquier cosa que se les ocurra. Por desgracia estos atropellos son de curso común en esta memocracia borbónica, en esta sometida, insultada, colonizada e ignorante Andalucía.
Lo que sí sabemos es de la táctica que han empleado las fuerzas de represión del estado en relación a endiosarle delitos no existentes. Han utilizado a dos periódicos (Ideal y Público) en el que estos han dado impecable patente de autenticidad a la versión de la policía, en el que los andaluces de conciencia y antifascistas en general aparecen retratados como “reventadores”, “ultras”, así como equiparados a los nazis y demás grupos fascistas. Para mear y no echar gota. España, siempre sedienta de odio y venganza, busca víctimas a quienes atacar y culpabilizar.
Si eso que dicen las autoridades colonialistas españolas de “insultos a España”, si es que se produjeron, es castigable con multas, entonces ¿Qué significa y como se debe castigar conforme a los derechos humanos la exaltación de una conquista, de un genocidio, de una limpieza étnico-ideológica, que fue el germen de lo que las autoridades colonialistas españolas llaman el “inicio de la nación española? ¡¡El estado español está atacando descaradamente a andaluces de conciencia que gritan: los genocidios no se celebran!! Esto debe tenerlo claro todo el mundo y todo el mundo debe saberlo.
¿Cómo se puede castigar en una sociedad mentalmente sana y democrática a 17 andaluces de conciencia por denunciar lo que significa la celebración del genocidio de nuestro pueblo, elevado a “fiesta” oficial por las autoridades herederas de esos lodos jurídico-militares imperialistas llamados españoles o estado español?
El único sentido posible de este chapucero montaje político-policial es el de castigar la disidencia. Al parecer, definitivamente se da rienda suelta al hecho jurídico castigable de que discrepar o disentir, opinar, pensar y sentir distinto al sistema, es delito. Pero hay más. Es delito al parecer también ser andaluces con dignidad, ya que ni siquiera podemos manifestar nuestro rechazo a la celebración de nuestro genocidio, de denunciar el hecho de que cientos de miles de andaluces fueran asesinados, expulsados, esclavizados, por ser andaluces, porque no otra cosa que nuestras tierras y riquezas buscaban esos que acabaron con nuestra soberanía nacional, que es el fin mayor de la celebración que llaman “la toma de granada”. No es casualidad que hayan sido multados más andaluces revolucionarios que fascistas en proporción de 3 a 1. Autonomía y realidad nacional dicen quienes no paran de escupir a Andalucía. No sé si reír o llorar.
No tienen vergüenza, ni la han tenido jamás estos españolistas. Es más, es que la vergüenza, la dignidad, el sentido común…son cosas que jamás han tenido esta gente. Ya el mismo hecho de amenazar a la gente que protestó contra la celebración del genocidio morisco andaluz, contra la toma por armas y a la fuerza de Andalucía entera, con el hecho de ser multados sin saber siquiera de que son acusados, demuestra la ferocidad opresora del sistema, queriendo impedir este tipo de denuncias que les ponen en evidencia delante de toda la sociedad.
“Sin precedentes”
Los 17 antifascistas son inocentes. Ellos no han cometido ningún tipo de delito. Solo han protestado contra la celebración del genocidio andaluz, el fin de la antigua Andalucía Libre y los valores racistas, xenófobos, imperialistas y fascistas que le siguen. Sin embargo y por el contrario, los 17 antifascistas andaluces sí que han sido los únicos insultados y multados, en un hecho que los mismos periódicos que han criminalizado, a su vez califican como “sin precedentes”. Los 7 fascistas que han sido también encausados no son más que una carta a utilizar en la baraja que maneja el estado español para criminalizar la creciente oposición en la calle a su Toma.
Qué razón tenían los primeros andaluces independentistas del Frente Andaluz de Liberación que protestaron contra la farsa y el insulto de la toma, cuando cantaban “En el balcón está la inquisición” cuando las autoridades colonialistas españolas tremolaban el pendón conquistador de los denominados Reyes Católicos, manchado de traición y sangre andaluza. Que poco han cambiado. Me ha venido a la mente unos versos que me gustaría compartir antes de seguir:
En el balcón está la inquisición
En los juzgados sus amigos
Y los centuriones en su misión
De callar al pueblo oprimido.
Ay, Andalucía, patria mía,
Quien celebra su derrota
No es persona, sino idiota.
E incluso podríamos recordar estos otros versos que los moriscos dedicaban al Imperio castellano-aragonés:
Cuervo maldito español
Pestífero canzerbero
Questas con tus tres cabezas
A la puerta del ynfierno.
A la vez que en este mismo poema siguen acusando al Imperio-Estado Español de “quebrantador de las cosas que juraste” y a los eclesiásticos “lobos robadores sin bondad, su oficio es soberbia y grandía y sodomía y luxuria y blasfemia y reneganzas y pompa y vanagloria y tiranía y robamiento y sinjusticia”
O este otro que decía:
Razón duerme,
Trayzión bela,
Justicia falta,
Malizia reina.
La lucha continúa.
Desde luego esta es una lucha que no va a quedar relegada a los juzgados por más que el estado español se empeñe en ello. La lucha está en la calle y exigiendo a las instituciones que respeten un mínimo de derechos democráticos que hasta ahora no está ni defendiendo ni garantizando.
La lucha sigue por recuperar el legado de aquellos andaluces moriscos derrotados, expulsados, esclavizados…; sigue en concienciar al pueblo andaluz, en cada calle, centro de trabajo, escuela, barrio, asociación…no podemos quedarnos parados.
La Toma de Granada es la celebración por excelencia de la extrema derecha españolista, una cita que ningún nazi que se precie podría perderse. Esto, ya de por sí, es un crimen que Granada no puede seguir manteniendo por más tiempo.
Apoyemos a los encausados
La primera condición para afrontar una buena lucha es apoyar a nuestros represaliados. Por ello tenemos que socializar esta denuncia y todos los hechos posibles para que sea conocido este otro nuevo caso de atropello a los derechos humanos y a la libertad de expresión. Hagamos charlas, actividades, en los sitios donde estemos cada uno. Saquemos adelante iniciativas de cualquier tipo: conciertos, recitales… no dejemos solos a nuestros compañer@s. Da igual que sea de tu organización o no. Estamos todos unidos. Debemos estarlo. Sólo así podremos dar exitosos pasos en la calle para lograr que la toma no se celebre y sea un día para aprender de la historia y celebrar la cultura, el diálogo, la paz y la liberación de Andalucía. Un día para reparar a los andaluces lo que aún les debe el estado español como heredero de un imperio.
Recordemos el pasado
Si echamos la vista atrás, podremos comprobar que las protestas de los independentistas revolucionarios andaluces han dado resultado como por ejemplo en el aniversario del asesinato de Blas Infante cada 10 de agosto, donde hace unos años, concretamente en 2006, se consiguió abochornar tanto a los plutócratas y españolistas que al año siguiente hasta hoy no se han presentado más en el lugar donde fuera asesinado Blas Infante para deshonrar su memoria y toda la andaluza de por sí, desvirtuando su mensaje y utilizándolo a conveniencia por parte de la corruptela política de la clase dominante españolista.
Acumular fuerzas para el próximo año.
Cada año se está yendo a más. El primer año se aguantó, este segundo ha ido más gente, es por eso que han montado todo este circo de multas y delitos inexistentes por parte de los antifascistas. El año que viene es necesario que todos los colectivos de la izquierda nacional andaluza así como los antifascistas en general de toda Andalucía e incluso internacionalistas se impliquen seriamente en la denuncia y erradicación de esta lacra llamada “Toma”, ya sea en Granada, en Sevilla, en Almería o en Xerez. Donde sea, allí hay que estar y en gran cantidad. No pueden eludir este llamamiento desesperado organizaciones de masas como el SAT, así como otras políticas, juveniles, culturales, etc.
Hay que conseguir entre todos que seamos mayoría el 2 de enero para, entre otras acciones de concienciación y denuncia, acabar con la celebración de nuestro genocidio en cualquier ciudad andaluza. No se trata solo de Granada, se trata, como dije, de todas las ciudades y localidades andaluzas donde se celebren estas vergonzosas e insultantes “fiestas”.
Conviene que esto no sea olvidado por nadie.
Por lo pronto apoyar a los encausados y denunciar este tipo de hechos, son necesidades en la lucha, así como crear de una vez por todas un organismo anti-represivo andaluz y por los derechos humanos.
Y para terminar quiero recordar las palabras escritas por Francisco Camargo Gómez alias el Vivillo, uno de los últimos bandoleros andaluces, que escribía lo siguiente desde la cárcel de Córdoba a 6 de abril de 1911 en postal a Don Constancio Bernardo de Quirós: “La publisidad que se hase de una persona despierta curiosidad en los demás: cuando aquella se hase caluniosa (calumniosa) crea mártires, mucho mas grandes cuanto mas persecusiones sufrieron; hasta que brilla la lus de la berdad y el mundo los glorifica y admira”.
Stop represión, fascistas fuera
Los genocidios no se celebran
Viva Andalucía Libre

FUENTE: Identidad Andaluza y Pasos Largos

26 de enero de 2011

Enver Hoxha, firme defensor del marxismo-leninismo

La constante lucha de Enver Hoxha fue su preocupación por dotar a la clase obrera de los materiales necesarios para enfrentar a la reacción. Contribuyó al esclarecimiento de la verdadera naturaleza de la acción que realizaban los enemigos en Albania. Unificó el accionar de los diferentes sectores, entre ellos, el de la mujer, que jugó un papel importante en el proceso revolucionario, que junto a los obreros, dieron su contribución para la conquista del poder político del Estado, que se produjo el 29 de noviembre de 1944.

Enver Hoxha nació el 16 de octubre de 1908 y fue uno de los más grande defensores del marxismo-leninismo. Desde muy joven se vinculó a la lucha contra la ocupación de su país.


Con la constitución del Partido Comunista de Albania (pequeño país de 2 millones y medio de habitantes), su papel fue determinante frente a la organización y del Estado albanés. Enver Hoxha fue nombrado responsable del Comité Central Provisional.

Luego de la liberación de Albania, los «aliados» anglo-estadounidenses se negaron a reconocer el nuevo poder y apoyaron a los reaccionarios del interior. Las elecciones a la Asamblea Constituyente dieron una amplia mayoría a los comunistas y a los patriotas albaneses. Al fracasar sus intentonas por derribar al nuevo régimen, Gran Bretaña y Estados Unidos retiraron sus delegaciones de Albania.

Durante la lucha de liberación, Enver Hoxha se opuso a las posturas chovinistas de la reacción albanesa sobre Kosovo y defendió el principio del respeto a las fronteras internacionales fijadas en 1912. La posición de Hoxha era la de que el problema de Kosovo debía ser discutido y solucionado entre estados socialistas después de la victoria sobre el nazismo. El objetivo de Tito, en el marco de su proyecto de Federación Balcánica, era que Albania fuese la séptima república yugoslava. Para llevar a cabo su plan, impulsó una fracción en la dirección del Partido Comunista de Albania. Terminada la guerra, Albania se encontraba en una situación económica muy difícil y el nuevo poder se encontraba en fase de consolidación.

Esa ingerencia en los asuntos albaneses creó una atmósfera de graves suspicacias en todo el país. En el seno del movimiento comunista, el joven PCA osó enfrentarse a Tito, dirigente de uno de los partidos más prestigioso e influyente del Kominform. Este hecho demostró el gran valor y determinación de Enver, sobre todo si se tiene en cuenta que el Partido Comunista de Albania, era el único partido en el poder que aún no había sido reconocido como miembro del Kominform, en lo que Tito tuvo mucho que ver.

Los intentos para derrocar el régimen socialista continuaron; incursionaron en Albania grupos reaccionarios que fueron eliminados. Sin embargo el bloqueo y la presión ideológica continuaron. En los años sesenta, Enver Hoxha se enfrentó a la línea revisionista de Kruschov, en defensa del marxismo-leninismo.

En la Conferencia de los Partidos Comunistas celebrada en Moscú en 1961, el Partido del Trabajo de Albania, con Enver Hoxha a la cabeza, fue el único que se opuso abiertamente al PCUS, lo que le costó ser objeto de sarcasmos y presiones económicas. Para hacer frente a las malas cosechas registradas, debido a razones atmosféricas, Albania necesitaba importar trigo. Kruschov hizo saber a los albaneses que si su Partido cedía, la URSS cubriría sus necesidades de trigo, y precisó con su particular «espíritu internacionalista», que esas necesidades «se podían cubrir con el trigo que las ratas se comían cada año en la URSS». Enver Hoxha respondió: «Preferimos comer raíces antes que vender nuestra independencia y nuestros principios.» La actitud de Enver Hoxha en la Conferencia de Moscú era de especial importancia, pues aunque conocía las divergencias entre el Partido Comunista de China y el PCUS, ignoraba si Mao y el PCCh estaban de acuerdo con su denuncia radical del revisionismo.

Enver Hoxha combatió al social-imperialismo; al pensamiento de Mao acerca de la teoría de los Tres Mundos, así como a las demás corrientes revisionistas y contrarrevolucionarias que surgían en aquellos momentos.

Así lo demuestran sus obras como El Imperialismo y la Revolución, Los Jruschovistas, Los Titoístas y otros escritos que han contribuido al desarrollo de la teoría revolucionaria y la defensa del marxismo-leninismo como un legado para los revolucionarios contemporáneos.

Una breve historia

En 1924 la intelectualidad, la burguesía del sur del país y los emigrantes de retorno a Albania, encabezaron la revolución democrática burguesa para derribar el gobierno de los grandes terratenientes, de los feudales y de los representantes del gran clero que conservaban las leyes otomanas y se negaban a la reforma agraria. Enver formaba parte de este movimiento.

Con el triunfo de la revolución democrática, Fan Noli fue elegido jefe del Gobierno, pero seis meses después, es destituido por las fuerzas reaccionarias: Ahmed Zogu, financiado por el extranjero (la Anglo-Iranian Oil Company y la Standard Oil) y con el apoyo de Yugoslavia y Grecia, junto a un ejército de mercenarios, tomó el poder y se proclamó Presidente de la República, y posteriormente Rey de Albania.

En 1939 Italia invade Albania, con lo que la lucha cambia de naturaleza, el combate por la emancipación social y contra la dictadura zoguista se conjugan con la lucha de liberación nacional y la necesidad de unificar a los comunistas en la construcción de un solo partido.

El 28 de mayo de 1944, el Ejército de Liberación Nacional (ELNA) recibió la orden de lanzarse a la ofensiva general por la liberación completa de Albania de la ocupación alemana y de todas las fuerzas reaccionarias.

Los alemanes, el mismo día, lanzaron 4 divisiones y media, 50.000 hombres, contra la I División del Ejército de Liberación Nacional, que salió victoriosa después de un mes de intensos combates donde hizo retroceder al fascista enemigo. A esas fechas cerca de la mitad del territorio albanés estaba liberado.

Para el mes de octubre, el ELNA ya tenía 70.000 combatientes entre jóvenes y campesinos, el 9% de este ejército lo conformaban mujeres. Era una fuerza arrolladora, tanto que contribuyó a la liberación de Yugoslavia.

El 29 de noviembre de 1944 Albania consigue su liberación definitiva y Enver Hoxha asume la responsabilidad de conducir a este país a la construcción del socialismo.

El trabajo enajenado

El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general.


Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía Política como desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación.

Hasta tal punto aparece la realización del trabajo como desrealización del trabajador, que éste es desrealizado hasta llegar a la muerte por inanición. La objetivación aparece hasta tal punto como perdida del objeto que el trabajador se ve privado de los objetos más necesarios no sólo para la vida, sino incluso para el trabajo. Es más, el trabajo mismo se convierte en un objeto del que el trabajador sólo puede apoderarse con el mayor esfuerzo y las más extraordinarias interrupciones. La apropiación del objeto aparece en tal medida como extrañamiento, que cuantos más objetos produce el trabajador, tantos menos alcanza a poseer y tanto mas sujeto queda a la dominación de su producto, es decir, del capital.

Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño. Partiendo de este supuesto, es evidente que cuánto mas se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y tanto mas pobres son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de si mismo es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda en si mismo. El trabajador pone su vida en el objeto pero a partir de entonces ya no se pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto más carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo es él. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante es el trabajador. La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil.

Consideraremos ahora mas de cerca la objetivación, la producción del trabajador, y en ella el extrañamiento, la pérdida del objeto, de su producto.

El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible. Esta es la materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que produce. Pero así como la naturaleza ofrece al trabajo medios de vida, en el sentido de que el trabajo no puede vivir sin objetos sobre los que ejercerse, así, de otro lado, ofrece también víveres en sentido estricto, es decir, medios para la subsistencia del trabajador mismo. En consecuencia, cuanto más se apropia el trabajador del mundo exterior, por medio de su trabajo, tanto más se priva de víveres en este doble sentido; en primer lugar, porque el mundo exterior sensible cesa de ser, en creciente medida, un objeto perteneciente a su trabajo, un medio de vida de su trabajo; en segundo término, porque este mismo mundo deja de representar, cada vez más pronunciadamente, víveres en sentido inmediato, medios para la subsistencia física del trabajador.

El trabajador se convierte en siervo de su objeto en un doble sentido: primeramente porque recibe un objeto de trabajo, es decir, porque recibe trabajo; en segundo lugar porque recibe medios de subsistencia. Es decir, en primer termino porque puede existir como trabajador, en segundo término porque puede existir como sujeto físico. El colmo de esta servidumbre es que ya sólo en cuanto trabajador puede mantenerse como sujeto físico y que sólo como sujeto físico es ya trabajador.

(La enajenación del trabajador en su objeto se expresa, según las leyes económicas, de la siguiente forma: cuanto más produce el trabajador, tanto menos ha de consumir; cuanto más valores crea, tanto más sin valor, tanto más indigno es él; cuanto más elaborado su producto, tanto más deforme el trabajador; cuanto más civilizado su objeto, tanto más bárbaro el trabajador; cuanto mis rico espiritualmente se hace el trabajo, tanto más desespiritualizado y ligado a la naturaleza queda el trabajador.)

La Economía Política oculta la enajenación esencial del trabajo porque no considera la relación inmediata entre el trabajador (el trabajo) y la producción.

Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce belleza, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en máquinas a la otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador. La relación inmediata del trabajo y su producto es la relación del trabajador y el objeto de su producción. La relación del acaudalado con el objeto de la producción y con la producción misma es sólo una consecuencia de esta primera relación y la confirma.

(...) ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a si mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo.

De esto resulta que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal. Comer, beber y engendrar, etc., son realmente también auténticas funciones humanas. Pero en la abstracción que las separa del ámbito restante de la actividad humana y las convierte en un único y último son animales.

Hemos considerado el acto de la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo, en dos aspectos: 1) la relación del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina. Esta relación es, al mismo tiempo, la relación con el mundo exterior sensible, con los objetos naturales, como con un mundo extraño para él y que se le enfrenta con hostilidad; 2) la relación del trabajo con el acto de la producción dentro del trabajo. Esta relación es la relación del trabajador con su propia actividad, como con una actividad extraña, que no le pertenece, la acción como pasión, la fuerza como impotencia, la generación como castración, la propia energía física y espiritual del trabajador, su vida personal (pues qué es la vida sino actividad) como una actividad que no le pertenece, independiente de él, dirigida contra él. La enajenación respecto de si mismo como, en el primer caso, la enajenación respecto de la cosa.

Aún hemos de extraer de las dos anteriores una tercera determinación del trabajo enajenado. El hombre es un ser genérico no sólo porque en la teoría y en la practica toma como objeto suyo el género, tanto el suyo propio como el de las demás cosas, sino también, y esto no es más que otra expresión para lo mismo, porque se relaciona consigo mismo como el género actual, viviente, porque se relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre.

La vida genérica, tanto en el hombre como en el animal, consiste físicamente, en primer lugar, en que el hombre (como el animal) vive de la naturaleza inorgánica, y cuanto más universal es el hombre que el animal, tanto más universal es el ámbito de la naturaleza inorgánica de la que vive. Así como las plantas, los animales, las piedras, el aire, la luz, etc., constituyen teóricamente una parte de la conciencia humana, en parte como objetos de la ciencia natural, en parte como objetos del arte (su naturaleza inorgánica espiritual, los medios de subsistencia espiritual que él ha de preparar para el goce y asimilación), así también constituyen prácticamente una parte de la vida y de la actividad humano. Físicamente el hombre vive sólo de estos productos naturales, aparezcan en forma de alimentación, calefacción, vestido, vivienda, etc. La universalidad del hombre aparece en la práctica justamente en la universalidad que hace de la naturaleza toda su cuerpo inorgánico, tanto por ser un medio de subsistencia inmediato, como por ser la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no es cuerpo humano. Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre esta ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza.

Como quiera que el trabajo enajenado (1) convierte a la naturaleza en algo ajeno al hombre, (2) lo hace ajeno de sí mismo, de su propia función activa, de su actividad vital, también hace del género algo ajeno al hombre; hace que para él la vida genérica se convierta en medio de la vida individual. En primer lugar hace extrañas entre sí la vida genérica y la vida individual, en segundo termino convierte a la primera, en abstracta, en fin de la última, igualmente en su forma extrañada y abstracta.

Pues, en primer termino, el trabajo, la actividad vital, la vida productiva misma, aparece ante el hombre sólo como un medio para la satisfacción de una necesidad, de la necesidad de mantener la existencia física. La vida productiva es, sin embargo, la vida genérica. Es la vida que crea vida. En la forma de la actividad vital reside el carácter dado de una especie, su carácter genérico, y la actividad libre, consciente, es el carácter genérico del hombre. La vida misma aparece sólo como medio de vida.

El animal es inmediatamente uno con su actividad vital. No se distingue de ella. Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una determinación con la que el hombre se funda inmediatamente. La actividad vital consciente distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal. Justamente, y sólo por ello, es él un ser genérico. O, dicho de otra forma, sólo es ser consciente, es decir, sólo es su propia vida objeto para él, porque es un ser genérico. Sólo por ello es su actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relación, de manera que el hombre, precisamente por ser un ser consciente hace de su actividad vital, de su esencia, un simple medio para su existencia.

La producción práctica de un mundo objetivo, la elaboración de la naturaleza inorgánica, es la afirmación del hombre como un ser genérico consciente, es decir, la afirmación de un ser que se relaciona con el género como con su propia esencia o que se relaciona consigo mismo como ser genérico. Es cierto que también el animal produce. Se construye un nido, viviendas, como las abejas, los castores, las hormigas, etc. Pero produce únicamente lo que necesita inmediatamente para sí o para su prole; produce unilateralmente, mientras que el hombre produce universalmente; produce únicamente por mandato de la necesidad física inmediata, mientras que el hombre produce incluso libre de la necesidad física y sólo produce realmente liberado de ella; el animal se produce sólo a sí mismo, mientras que el hombre reproduce la naturaleza entera; el producto del animal pertenece inmediatamente a su cuerpo físico, mientras que el hombre se enfrenta libremente a su producto. El animal forma únicamente según la necesidad y la medida de la especie a la que pertenece, mientras que el hombre sabe producir según la medida de cualquier especie y sabe siempre imponer al objeto la medida que le es inherente; por ello el hombre crea también según las leyes de la belleza.

Por eso precisamente es sólo en la elaboración del mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente como un ser genérico. Esta producción es su vida genérica activa. Mediante ella aparece la naturaleza como su obra y su realidad. El objeto del trabajo es por eso la objetivación de la vida genérica del hombre, pues éste se desdobla no sólo intelectualmente, como en la conciencia, sino activa y realmente, y se contempla a si mismo en un mundo creado por él. Por esto el trabajo enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su producción, le arranca su vida genérica, su real objetividad genérica y transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza. Del mismo modo, al degradar la actividad propia, la actividad libre, a la condición de medio, hace el trabajo enajenado de la vida genérica del hombre un medio para su existencia física.

Mediante la enajenación, la conciencia del hombre que el hombre tiene de su género se transforma, pues, de tal manera que la vida genérica se convierte para él en simple medio.

El trabajo enajenado, por tanto:

3) Hace del ser genérico del hombre, tanto de la naturaleza como de sus facultades espirituales genéricas, un ser ajeno para él, un medio de existencia individual. Hace extraños al hombre su propio cuerpo, la naturaleza fuera de él, su esencia espiritual y su esencia humana.

4) Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la enajenación del hombre respecto del hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también al otro. Lo que es válido respecto de la relación del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale también para la relación del hombre con el otro y con trabajo y el producto del trabajo del otro.

En general, la afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere decir que un hombre esta enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana.

La enajenación del hombre y, en general, toda relación del hombre consigo mismo, sólo encuentra realización y expresión verdaderas en la relación en que el hombre está con el otro.

En la relación del trabajo enajenado, cada hombre considera, pues, a los demás según la medida y la relación en la que él se encuentra consigo mismo en cuanto trabajador.

Hemos partido de un hecho económico, el extrañamiento entre el trabajador y su producción. Hemos expuesto el concepto de este hecho: el trabajo enajenado, extrañado. Hemos analizado este concepto, es decir, hemos analizado simplemente un hecho económico.

Veamos ahora cómo ha de exponerse y representarse en la realidad el concepto del trabajo enajenado, extrañado. Si el producto del trabajo me es ajeno, se me enfrenta como un poder extraño, entonces ¿a quién pertenece? Si mi propia actividad no me pertenece; si es una actividad ajena, forzada, ¿a quién pertenece entonces? A un ser otro que yo. ¿Quién es ese ser? (...) El ser extraño al que pertenecen a trabajo y el producto del trabajo, a cuyo servicio está aquél y para cuyo placer sirve éste, solamente puede ser el hombre mismo. Si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, si es frente a él un poder extraño, esto sólo es posible porque pertenece a otro hombre que no es el trabajador. Si su actividad es para él dolor, ha de ser goce y alegría vital de otro. Ni los dioses, ni la naturaleza, sino sólo el hombre mismo, puede ser este poder extraño sobre los hombres.

Recuérdese la afirmación antes hecha de que la relación del hombre consigo mismo únicamente es para él objetiva y real a través de su relación con los otros hombres. Si él, pues, se relaciona con el producto de su trabajo, con su trabajo objetivado, como con un objeto poderoso, independiente de él, hostil, extraño, se esta relacionando con él de forma que otro hombre independiente de él, poderoso, hostil, extraño a él, es el dueño de este objeto; Si él se relaciona con su actividad como con una actividad no libre, se está relacionando con ella como con la actividad al servicio de otro, bajo las órdenes, la compulsión y el yugo de otro.

Karl Marx
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