26 de octubre de 2012

La educación socialista

Este artículo que os ofrecemos a continuación ha sido elaborado por F. J. R. León para el número 2 de la revista teórica ALDABA, acerca de la educación que los comunistas debemos impartir a la sociedad.

El pedagogo soviético Anton Makarenko nos da una pista de cómo o cuál es la educación socialista en su obra "Poema Pedagógico":

"En mi informe acerca de la disciplina, me había permitido poner en duda el acierto de tesis que entonces eran generalmente aceptadas y que afirmaban que el castigo no hace más que educar esclavos, que se debía dar libre curso al espíritu creador del niño y, sobre todo, que era preciso hacer hincapié en la auto-organización y en la autodisciplina. Me permití sostener el punto de vista, para mí incuestionable, de que, mientras faltasen la tradición y los hábitos elementales de trabajo y de vida, el educador tendría derecho a la coerción, y no debía renunciar a usarla. También afirmé que era imposible fundamentar toda la educación en el interés, que la educación del sentimiento del deber se hallaba frecuentemente en contradicción con el interés del niño, en particular con la forma con que él entiende este interés. A mi juicio, se imponía la educación de un ser resistente y fuerte, capaz de ejecutar incluso un trabajo desagradable y fastidioso si lo requerían los intereses de la colectividad.

En suma, defendí la formación de una colectividad entusiasta, fuerte, y si era preciso, severa. Y sólo en tal colectividad cifraba todas mis esperanzas. Pero mis adversarios me arrojaban a la cara los axiomas de la paidología y todo lo veían partiendo únicamente del niño."

No le resultó fácil instaurar este sistema educativo en la URSS, como es de prever. Otras tesis, abogando a la libertad individual (por encima de cualquier otra libertad) o a la autodisciplina, más cercanas al liberalismo quizás, se imponían ante la disciplina dentro de la comunidad. Desde luego, la disciplina tenemos que comprenderla y asimilarla cada persona, pero el ente mediador de la sociedad es inevitable, pues somos seres sociales. Esto quiere decir que una persona tiene libertad hasta chocar con los intereses de la comunidad. Si los intereses de la mayoría, esto es, la dictadura del proletariado, chocan con los intereses particulares de cualquier persona o, en este caso, del educando, el niño debe adaptarse a los intereses de la comunidad.

¿Qué hubiera pasado si el heroico pueblo de Stalingrado, o los héroes de Chernóbil, hubieran puesto sus intereses personales por encima de los intereses de la comunidad? Así también podemos hablar de los elementos pro-fascistas de los años 30 en la URSS o los traidores que, en contra de lo que decidió el pueblo, desmembraron la URSS hace veinte años. Con los primeros, personas que apoyaban a la Alemania nazi dentro de la URSS, se tuvo tanta tolerancia hasta el límite en que se puso en peligro la propia existencia de la URSS, tras la invasión nazi y la Gran Guerra Patria. En el último caso podemos ver a una serie de reformistas traidores, infiltrados anticomunistas dentro del PCUS, incluso elementos como Mandel, que optaron por el golpe de Estado contra la legítima Unión Soviética.

Igual que preguntaba qué hubiera pasado sin la heroica defensa de Stalingrado, ¿qué es hoy de estas antiguas repúblicas soviéticas? ¿Y aquellos países de la Europa del Este? Esta libertad de la minoría, los intereses de la minoría, superpuestos a los intereses de la mayoría, han acabado por destrozar los avances socialistas, hasta el punto de que veinte años después la mayoría, la clase obrera, vive en niveles inferiores a los que vivía en el socialismo. Pero ya es tarde, mucho costará que de nuevo vuelva el socialismo a aquellos países.

No querría que se cayera en el simplismo y se creara un debate inexistente a partir de esa reflexión. Mi enemigo no es un troskista de por sí, un reformista o un libertario. Dentro del SAT, en la militancia activa de la izquierda en Córdoba y Andalucía, me encuentro con personas dentro de estas características que pueden considerarse camaradas o buenos militantes. Yo no voy a atacar a alguien por creer en la Revolución Permanente o porque no le guste la opinión que Lenin o Stalin tenían sobre la cuestión nacional. Cuestión distinta sería que se atacara a la URSS o a la Revolución de Octubre de 1917, o se manipularan palabras de Marx, Engels o Lenin para atacar a la URSS, a Cuba o a cualquier experiencia socialista. Ahí es donde debemos ser firmes. Es indudable que la URSS, Cuba o la RPD de Corea tengan sus problemas, sus fallos o sus carencias. Lo que no es de recibo es tener que soportar cómo los tratan de tiranos, antidemocráticos o de capitalismo de Estado, ojo, que aquí está el gran matiz, ¡con los mismos argumentos que los medios imperialistas!

Critícame a Libia desde un punto de vista de clase, pero sin dar como hechos las falacias imperialistas. Critica que Fidel estuviera 49 años al frente de la Revolución como un personalismo. Es totalmente legítimo, y podré estar de acuerdo o no. Pero no lo hagas con los argumentos de los Estados Unidos. Háblame de la represión en la URSS, debatamos sobre ello. Pero no me des los datos que los nazis ofrecieron al imperialismo estadounidense. Todo lo demás, si utilizas los argumentos del imperialismo, de la burguesía, será un ataque como otro más a la clase obrera.

Tal y como en los años 20 del siglo pasado, los comunistas tenemos la necesidad y el deber de educar a la sociedad, pues las garras del imperialismo llegan hasta tales extremos de impregnar su ideología, los intereses de la minoría, los intereses personales, ante los intereses que el Partido Comunista debe promulgar, que son el interés de la sociedad, de la mayoría.

Es por ello que la educación socialista debe tener sus metas bien claras. Y con esto, pienso que una frase de Fidel Castro podría resultarnos muy instructiva: "Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada".

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