5 de agosto de 2011

Sudán del Sur

O Avante - Periódico del PCP
21/7/2011
Portugal/África

Los medios de comunicación sociales e internacionales se hacían eco de la proclamación de la independencia de Sudán del Sur, región donde se producía el 80% del petróleo de Sudán. El nacimiento de este país el pasado 9 de julio estuvo acompañado de expresiones de apoyo entusiasta por parte de las principales potencias imperialistas.

La UE "saludó calurosamente al pueblo de Sudán del Sur por su independencia." Barack Obama, tras reconocer al país, afirmó en tono profético: "El día de hoy recuerda que después de la oscuridad de la guerra es posible la luz de un nuevo mañana." Francia, Alemania y Gran Bretaña se alinearon en el mismo registro.

Manifestantes en Sudán del Sur
En enero de este año se llevó a cabo un referéndum en el sur de Sudán para determinar si los casi 9 millones de habitantes de esa región, un 25% de la población sudanesa, querían o no la independencia. Optaron por la independencia el 98'83% de los votantes. La realización del referéndum formaba parte del Acuerdo de Paz firmado en 2005, tras una guerra civil de más de 20 años, que incluía compromisos como la formación inmediata de un gobierno autónomo en el sur, la repartición a partes iguales de las reservas de petróleo y la definición de la línea fronteriza.

La historia más recinete de Sudán es común a la mayoría de los países africanos explotados por las potencias coloniales. Fue un protectorado británico-egipcio entre 1898 y 1955, período durante el cual fueron creadas y explotadas las diferencias nacionales y religiosas, fomentados los desequilibrios territoriales y las desigualdades que generaron en la población de Sudán del Sur el "sentimiento" de ser una colonia del norte. En 1971, el presidente sudanés, Gaafar Nimeiry, impuso la Ley Islámica, tras una sangrienta toma del poder, reprimiendo y asesinando a los miembros del influyente Partido Comunista de Sudán.

Un proceso contradictorio

La división de Sudán, país árabe-musulmán (norte) y africano-cristiano (sur), viene a raíz de diferencias internas aprovechadas y exacerbadas por el imperialismo y sus aliados. Como parte activa en la firma del Acuerdo de Paz en 2005, los EEUU y la UE promovieron la realización del referéndum y la independencia de Sudán del Sur como opción única, incentivando la quiebra de la unidad del país.

Israel, acentuando su acción desestabilizadora en la región, tiene en este proceso un destacado papel, contribuyendo para la creación de un peligroso precedente para otros estados africanos y árabes, con desarollos imprevisibles. Avi Dichter, antiguo Ministro de Seguridad Interna israelí, dijo a propósito lo siguiente: "Tenemos que hacer encoger a Sudán y privarlo de la posibilidad de construir un Estado fuerte y unido. Es necesario para reforzar y fortalecer la seguridad de Israel."

Sudán del Sur surge como uno de los países más pobres del mundo: el 90% de la población vive con menos de un dólar al día, el 85% son analfabetos, el 80% no tiene acceso al agua potable, el 30% sufre de hambre crónica, menos del 1% de los niños terminan la enseñanza primaria, uno de cada 10 niños muere antes de cumplir un año de vida. La guerra destruyó la reducida infraestructura y los casi inexistentes servicios básicos del país.

Los desafíos son inmenos. En disputa está una pequeña parte de los 6.700 millones de barriles de petróleo que se calcula serán las reservas del nuevo Estado. El acuerdo sobre la repartición de las reservas de petróleo entre Norte y Sur no está ratificado. El país tiene grandes potencialidades. Tiene varias minas importantes (oro, plata, zinc y cromo). El Sur tiene importantes recursos hídricos (lo atraviesa el Nilo), que contrastan con el Norte desértico, tiene selvas tropicales y una variedad de fauna al nivel de países vecinos como Kenia o Tanzania.

El futuro del Sur y el Norte ya ha comenzado. La confrontación entre los intereses nacionales y el imperialismo también. En Sudán del Sur, como en muchos países del Tercer Mundo, se asiste a una lucha por las tierras fértiles. Según datos del Banco Mundial, apenas en 2009 (después de la crisis de los precios de los productos alimentarios de 2008), 56 millones de hectáreas de tierras fértiles fueron adquiridas en África (aproximadamente el tamaño de Francia) por inversores privados y empresas, fondos de pensiones y otros fondos especulativos, mayoritariamente de la UE y de los EEUU, que ven en la adquisición de tierras una inversión con persepctivas lucrativas muy suculentas. Según un centro de investigación americano, el Oakland Institute, el 9% del área total de Sudán del Sur podría ser vendido a través de varios esquemas de inversión.

La soberanía sobre sus recursos y su capacidad de producir alimentos para su pueblo están amenazadas. Así se comprende el regocijo de la UE, los EEUU y sus aliados.

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