17 de noviembre de 2010

Declaración de Mohamed Saled Ould-Salek, ministro de Relaciones Exteriores de la RASD

Ante la avalancha de condenas y denuncias en  el mundo por el desalojo a sangre y fuego del campamento de Gdaym Izik y la represión salvaje que aún se desarrolla en la ciudad ocupada de El Aaiún, sin testigos y  en medio de un bloqueo mediático planificado, las autoridades marroquíes han vuelto a sorprender a propios y extraños con un montaje de propaganda sucia para justificar su brutalidad contra los civiles saharauis. Tras prohibir la entrada de periodistas y de observadores internacionales, y una vez consumado el crimen, ahora ofrecen su propia “verdad” con puestas en escena donde los civiles saharauis pasan a ser criminales asesinos y sus fuerzas de agresión las víctimas.

 
Durante una rueda de prensa organizada en el día de ayer, los ministros marroquíes de Exteriores y de Interior han recurrido una vez más al indecente método del mensaje subliminal para asociar la resistencia pacífica del pueblo saharaui y su noble causa, a los repudiables y sangrientos métodos del terrorismo. Para el Gobierno de Marruecos todo sirve, incluso el invento de espeluznantes teorías, ilustradas con imágenes poco creíbles -como quedó reflejado en el vídeo que hicieron circular ayer- para que sus atrocidades y prácticas  de terrorismo de estado contra niños, ancianos y mujeres, encuentren alguna justificación ante los ojos del mundo.
Las autoridades marroquíes, desesperadas por aliviar la creciente indignación mundial frente al horror cometido por sus tropas contra civiles pacíficos y desarmados, no dudan incluso en usar técnicas de manipulación peligrosas que, en lugar de probar lo improbable, sólo alimentan el odio hacia el pueblo saharaui  y prepara con ello la próxima masacre en las zonas ocupadas. 
La demonstración de Gdaym Izik, una manifestacion pacífica, serena y civilizada del rechazo de los saharauis a la ocupación extranjera y su apego a la autodeterminación, ha desatado una sed de venganza por parte del Estado marroquí, que tarde o temprano, desembocara en nuevas tragedias.
Por ello, la comunidad internacional y particularmente la ONU, ha de intervenir con medidas eficaces y urgentes, desplegando más Cascos Azules y observadores para proteger los derechos humanos y evitar  un baño de sangre de mayor magnitud.
En Bir Lehlu a 16 de noviembre de 2010.

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