El 20 de noviembre de 1975, hace 35 años, moría el dictador fascista Francisco Franco después de haberse mantenido en el poder casi 40 años en un régimen caracterizado por la falta de los más elementales derechos democráticos para los pueblos y trabajadores, consecuencia de la cruel y sangrienta represión desatada a raíz del golpe militar de julio de 1936 y tras la victoria del bando fascista en abril de 1939. Este régimen representaba los intereses del gran capital español del momento, temeroso, hoy como ayer, de los más mínimos avances del movimiento obrero y popular, por eso, antes incluso de la muerte del dictador fascista, estos grandes capitalistas se aseguraron la continuidad de un régimen político que les siguiera procurando tanto sus beneficios económicos como el control sobre el poder político, llevando a cabo todos los cambios que fueran necesarios para que todo continuara igual. Por eso, el mismo Franco designó al actual rey Juan Carlos I como su heredero, por eso nos presentaron como única alternativa posible una Constitución que aseguraba legalmente el poder del gran capital y la falta de derechos de los pueblos que componen el Estado español, y por eso, nos metieron en la OTAN y en la actual Unión Europea.
En estos momentos de crisis del modo de producción capitalista, el régimen postfranquista se olvida de todas su proclamas presuntamente democráticas y vuelve a su esencia represiva contra el movimiento obrero y popular. No nos engañemos, este régimen político está única y exclusivamente al servicio de los grandes capitalistas españoles, es decir, de que las grandes fortunas del Estado español, sus multinacionales, bancos, etc., sigan amasando más y más capitales a costa de la explotación de los pueblos y trabajadores. Por este motivo, dejan a las bandas fascistas moverse y actuar con impunidad: porque crean la confusión y el miedo necesarios para que no nos demos cuenta de quiénes son los verdaderos culpables de esta crisis, mientras, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado aumentan su capacidad represiva hasta límites insoportables hacia la lucha legítima del movimiento obrero y popular, los jueces y fiscales apuran al máximo la legalidad para condenar esa lucha, y los grandes medios de comunicación, en manos de esos grandes capitalistas, manipulan y criminalizan las diferentes expresiones de disidencia y respuesta a este sistema capitalista y al régimen que lo sustenta.
Ante esta situación, cuando el Estado español ronda el 20% de paro, Andalucía el 28%, y la provincia de Málaga es una de las provincias del Estado donde más ha subido el paro, abundan los discursos racistas y xenófobos que pretenden dividir a la clase obrera, evitar la unidad necesaria, y crear confusión. La Coordinadora Antifascista de Málaga luchará por hacer ver al conjunto del pueblo trabajador la existencia en esta sociedad de clases enfrentadas: opresores y oprimidos, luchará por desenmascarar a los auténticos culpables de esta situación, y luchará contra esas bandas fascistas, se llamen como se llamen, que no son más que marionetas en manos de los grandes capitalistas.
Sábado 20 de noviembre, manifestación antifascista a las 20:00 horas en la Plaza de la Merced, ¡acude y demuestra tu rechazo al fascismo!
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