20 de agosto de 2010

La experiencia socialista en África (Parte 3 y última)

La ardua ruta hacia la liberación nacional era característica de los países dominados por pobladores europeos, incluyendo las colonias portuguesas de Angola, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Mozambique, además de las británicas Zimbabwe y Sudáfrica, junto a la otrora colonia alemana de Namibia. En este estudio se consideran los casos de Mozambique y Guinea-Bissau, con algunas referencias a Angola. A diferencia de los poderes coloniales que adoptaron la opción reformista en el proceso de descolonización, Portugal mantuvo tenazmente sus garras en sus colonias y no admitió una opción reformista. Y es que a diferencia de otros poderes, como señaló Amílcar Cabral:

 "Portugal no fue un poder imperialista… no fue más que el a veces envidioso guardián de los recursos humanos y materiales de nuestros países, al servicio del imperialismo mundial. Esa es la verdadera razón de la supervivencia del colonialismo portugués en África y por el posible prolongamiento de nuestra lucha. La presencia de Portugal ha sido más longeva que la de otros poderes en África pero es dependiente de la presencia de esos otros poderes, principalmente de Inglaterra."

Aquí se sugiere que la intransigencia del régimen colonial fascista, el apoyo que el imperialismo le dio y la sobreexplotación de los colonizados determinaron la naturaleza específica de la lucha de liberación y le dieron forma al desarrollo de objetivos estratégicos de la lucha.

A diferencia de los movimientos reformistas anticoloniales, el liderazgo del movimiento de liberación estudió sus respectivas sociedades identificando el potencial revolucionario de los diferentes grupos sociales y sus características regionales. Las zonas liberadas se convirtieron en el laboratorio de lo que iba a influenciar la orientación política y social de los movimientos. Su orientación socialista se desarrolló a través de un entendimiento de la relación orgánica entre práctica y teoría. Como lo señala Samora Machel: “fue en el proceso de la lucha que sintetizamos las lecciones de cada experiencia, forjando nuestra ideología, construyendo los instrumentos teóricos de nuestra lucha”. Otros veteranos líderes de los movimientos reforzaron el carácter revolucionario de la orientación política. El difunto Aquino Bragança escribió:

"Las bases comunes que teníamos cuando formamos el FRELIMO eran el odio al colonialismo y la creencia en la necesidad de destruir la estructura colonial y establecer una estructura social nueva. Nadie sabía, sin embargo, que tipo de estructura social ni que tipo de organización tendríamos. No, algunos sí sabían, algunos sí tenían idea, pero tenían nociones bastante retóricas que fueron transformadas en la lucha."

La lucha se definió no solamente como la derrota al colonialismo y al imperialismo sino también como el triunfo sobre lo que Cabral definió como “nuestra propia debilidad”:

"Nuestra experiencia nos ha demostrado que en la estructura general de la lucha diaria esta batalla es contra nosotros mismos – sin importar que dificultades el enemigo pueda crear – es la más difícil de todas, ya sea por el presente o por el futuro de nuestros pueblos."

 Esta lucha era, continuó:

"…una expresión de las contradicciones internas de la realidad en lo económico, social, cultural (y por lo tanto histórico) de cada uno de nuestros países. Estamos convencidos de que cualquier revolución nacional o social que no esté basada en el conocimiento de su realidad fundamental está condenada al fracaso."

En esto vemos la evolución del proyecto de los movimientos de liberación, al enfocar la lucha, además de la liberación nacional, en la transformación de la sociedad; es decir, en la búsqueda de una revolución social y cultural, caracterizada por la lucha de clases.

Samora Machel y Eduardo Mondlane, líderes guerrilleros del FRELIMO de Mozambique. El primero alcanzaría en 1975 la presidencia del país, luego de la independencia de Portugal.
En las zonas liberadas, los movimientos crearon una base de poder alternativo separado del Estado colonial portugués, proveyeron la preparación ideológica para confrontar el aparato ideológico colonial racista y crearon estructuras democráticas instrumentales en la formación de cuadros de oficiales experimentados en la tarea de construcción socialista. También proveyeron cuidados de salud, educación para las masas y mecanismos legales y representativos a través de los cuales los campesinos fueron movilizados políticamente para confrontar desigualdades basadas en clase, género y raza. Aunque modestos, los logros en las zonas liberadas constituyeron señales para el futuro. La lucha armada prolongada mantuvo el potencial necesario para la transición socialista. Pero este potencial dependía del carácter de clase de la revolución democrática nacional, de las alianzas de clase incrustadas en ella, así como de factores externos.

Mientras los teóricos del movimiento de liberación nacional daban importancia al rol central del proletariado, ellos estaban conscientes de sus limitaciones numéricas en sociedades en las cuales los campesinos eran la mayoría. Según Cabral, los campesinos no eran una “fuerza revolucionaria” sino pura “fuerza física”. Sin embargo, ellos proveían una base, la fuerza física principal “que ganada para la causa de cambio es esencial para cualquier éxito”. Los campesinos eran espontáneos y requerían un ímpetu exterior, el cual venía de la pequeña burguesía y el semi-proletariado urbano, quien inicialmente formó el movimiento nacionalista.

Ciertamente a lo largo del África, el rol de la pequeña burguesía fue crucial. Como argumentaba John Saul, el proceso de la transformación socialista necesitaría que trabajadores y campesinos se convirtieran en actores principales pero su “rol activo probablemente germinará de una dialéctica compleja establecida entre ellos mismos y la pequeña burguesía”. A su vez, esto provocaría graves luchas dentro de los rangos de esa clase. Las separaciones internas en los movimientos de liberación así como la relación entre la pequeña burguesía y la clase subordinada en el período después de la independencia, apoyan la observación de Saul, y sobre todo la caracterización de Cabral de que la pequeña burguesía era una clase vacilante, a menos que pasase por una “reafricanización” o una “reconversión de mentes”, y asimilara la mentalidad colonial.

Bandera de la República Popular de Mozambique (1975-1983)

Después de la independencia la construcción del socialismo dependía de la acción recíproca de varias fuerzas sociales. Dependía de qué clase ocupaba posiciones estratégicas en el Estado. Cabral plantea el problema de la siguiente manera:

"Tenemos que enfrentar la pregunta de si el socialismo puede ser establecido inmediatamente después de la liberación. Esto depende de los instrumentos utilizados para efectuar la transición al socialismo; el factor esencial es la naturaleza del Estado teniendo presente que después de la liberación habrá personas controlando la policía, las prisiones, el ejército, etc, y mucho depende de quiénes son estas personas y de lo qué traten de hacer con estos instrumentos. Así pues, retornamos al problema de qué clase es el agente de la historia y quiénes son los herederos del Estado colonial en nuestras condiciones específicas."

La apresurada salida de los pobladores portugueses de los tres países después de la independencia creó problemas para la economía. La respuesta de estos movimientos de liberación victoriosos fue crear estructuras populares en varios sectores -en la producción, el gobierno local, el comercio, la salud, la educación para las masas y la defensa-. Éstos fueron grandes logros porque como lo señala Marcelino dos Santos, líder del FRELIMO, “ellos crearon un sentimiento de confianza en las masas oprimidas y esto ayudó a convencerlas de tener la capacidad de transformar Mozambique… ésta es la esencia del poder popular”. Pero las estructuras populares también atrajeron elementos oportunistas de la pequeña burguesía urbana que había colaborado con el colonialismo y que en el caso de Mozambique creó estructuras rivales resultando en una gerencia hostil a los intereses de los trabajadores. Se debe enfatizar que en todas las ex colonias había necesidad de personal calificado. El PAIGC creó también estructuras populares exitosas en Cabo Verde y movilizó a la gente en cuanto a educación en masa, atención sanitaria, protección ambiental y programas de reforma agraria de largo alcance.

La producción agrícola planteó un reto mayor y fue donde hubo que probar la relación entre el Estado y el campesinado. En Mozambique, Angola y Guinea-Bissau, la economía colonial había dependido del trabajo forzado en cultivos impuestos. Con la independencia, este régimen coercitivo se detuvo. Los eslabones comerciales entre el campo y los pueblos colapsaron. En Mozambique y Angola, la solución fue crear fincas estatalizadas y aldeas comunales campesinas, dándoseles prioridad a las primeras. Lejos de producir para el mercado doméstico, las aldeas comunales se limitaron al cultivo de subsistencia. Una escasez de bienes manufacturados llevó a la baja en la producción agrícola de bienes de consumo. Las ciudades sufrieron escasez de alimentos. En ambos países el problema se complicó aún más por los ataques terroristas patrocinados por la racista Sudáfrica y los poderes imperialistas del oeste. En 1984, el IV Congreso del FRELIMO decidió dividir las fincas del Estado en unidades más pequeñas, entregó algunas a campesinos privados, y dio prioridad a la producción agrícola campesina. Pero era demasiado tarde. Ya la desestabilización impulsada por los regímenes racistas de Sudáfrica y Rhodesia se había diseminado por el país.

En 1967, Amilcar Cabral señaló un proyecto innovador para ser implementado después de la liberación. Él argumentaba que la cuestión agraria probaría la credibilidad del movimiento de liberación. Los intereses del campesinado recibirían prioridad sobre otros proyectos. La agricultura debía ser “lo primero”. Dijo textualmente:

El enfoque general que tenemos es que todas las decisiones estructurales deben estar basadas en las necesidades y condiciones del campesinado que es la vasta mayoría de nuestra gente. Nuestra nueva administración no tendrá esas cadenas de mando típicas de los tiempos coloniales: gobernadores de provincia, etc. No deseamos copiar estructuras de ningún tipo. Deseamos descentralizar al máximo. Por esa razón pensamos que Bissau no continuará siendo nuestra capital en sentido administrativo. De hecho estamos en contra de la idea de una capital. ¿Por qué no pueden estar dispersos los ministros?... ¿Por qué debemos tener un palacio presidencial, una concentración de ministros, las claras señales de una élite emergente que puede pronto convertirse en un grupo privilegiado?

Cabral y el PAIGC habían estado buscando evitar el surgimiento de la pequeña burguesía privilegiada en otros países africanos. Él no vivió para ser testigo de lo que había advertido. Después de la independencia, el PAIGC y funcionarios del Estado traicionaron al campesinado.

En lugar de invertir para transformar la producción agrícola, ellos dependían de la “ayuda” extranjera. Las estructuras populares en los campos fueron abandonadas. Como hemos visto en el caso de Tanzania y Mozambique, el campesinado dejó de producir superávit. Hubo recortes crónicos de alimentos en las ciudades principales, y protestas que fueron cruelmente suprimidas. Como explica Rudebeck, así, el subsiguiente golpe de 1980 fue la expresión de la “crisis marcada por una creciente brecha económica y política entre, por un lado, el poder del Estado, dependiente de ayuda y créditos externos y liderado por la pequeña burguesía, y, por otro lado, los productores del campo, literalmente abandonados”. Para 1984, el PAIGC había dejado de ser un partido de vanguardia, un crítico del Estado y del gobierno, para convertirse en parte del aparato del Estado, subordinado al gobierno.

El proyecto socialista en África concluyó a finales de los años ochenta. En Mozambique y Angola, el marxismo-leninismo fue abandonado. En Tanzania, el Ujamaa fue igualmente abandonado. Los proyectos de Mozambique y Angola habían tenido lugar en un ambiente hostil. La intervención militar externa forzó a los gobiernos a desviar los recursos para la defensa. La desestabilización causó inmensas pérdidas materiales y humanas, que dejaron indiferente a Occidente. Como lo describe Samora Machel, “los países occidentales presenciaron nuestra destrucción pasivamente, sin preocuparse por la violencia utilizada en contra de nuestra gente”.

A principios de los años setenta, las recesiones capitalistas globales, la desestabilización y la creciente deuda externa, hicieron que los países orientados al socialismo fueran vulnerables a la intervención imperialista a través del así llamado “ajuste estructural” o programas de “liberalización”. Las condiciones materiales de los pobres empeoraron a medida que los programas sociales fueron abandonados. Sin embargo, el recuerdo de los modestos logros pasados aún permanece entre los pobres4. Solamente aquéllos que se han sumado al, y se han beneficiado del, “orden neoliberal” han decidido olvidar.

Notas
  • En el caso de Mozambique, Pitcher observa que “el olvido organizado” se refleja en “documentos gubernamentales oficiales, así como avisos corporativos dirigidos a una clase media emergente que han distorsionado o ignorado al período socialista para obscurecer el pasado y construir una nueva identidad nacional alrededor de las ideas del neoliberalismo (….) Esta estrategia está dirigida a la revisión de la orientación ideológica del país, a construir nuevas coaliciones entre inversores domésticos e internacionales y restaurar la legitimidad del partido vigente luego del abandono del socialismo”.
  • Lenin respaldó la RUTA NO CAPITALISTA al socialismo en los países menos desarrollados: “los países atrasados pueden ir al sistema soviético y, a través de ciertas etapas de desarrollo, al comunismo, sinmtener que pasar por la etapa capitalista”.
  • El autor del presente trabajo recuerda el legado colonial en la educación. De una población de nueve millones de habitantes, en 1963, él fue uno de los escasos 540 estudiantes que se graduaron de la escuela secundaria (liceo) antes de ingresar a la universidad. Esta cifra fue tres veces más alta que la del año 1961 cuando Tanzania se independizó.
  • Durante dos visitas a Mozambique en el 2001 y 2003, el autor presenció la popularidad y la extensa circulación en las áreas urbanas de los discursos del difunto presidente Samora Machel.
Shubi Lugemalila Ishemo

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