5 de junio de 2011

La Real Academia de la Historia "Evenemencial"

Juan Antonio González Canales
Kaos en la Red
4/6/2011
Andalucía/Estado Español

Más allá de la polémica que ha suscitado el diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia, conviene aclarar que el problema radica en el andamiaje metodológico en la que se sustenta dicha institución.

Basta con acercarnos a las publicaciones de sus miembros, mayoritariamente influenciados por el positivismo, que giran en torno a la figura de los monarcas, guerras que adquieren el valor de hazañas, o estudios sobre los aparatos jurídico-administrativos del poder. Parafraseando al maestro Fernand Braudel, el foco de atención sigue siendo la espuma de la Historia, es decir, la acumulación lineal de acontecimientos llamada también Historia evenemencial.

El dictador Francisco Franco, bajo palio, como acostumbraba a ir

Otros aspectos en común son la fuerte carga ideológica que impera en la corporación, manifiestamente conservadora y tradicionalista, salvando honrosas excepciones. Como muestra, las declaraciones en el diario ABC (22 de abril de 2011) del filólogo Francisco Rodríguez Adrados (miembro de la Academia): "Porque el cristianismo poseía la verdad contra el musulmán, el Islam, los judíos. Y luego contra los protestantes. Desde el principio, la Iglesia tomó bastante cultura de Platón y Aristóteles, y se abrió a la democracia, al pluralismo". "El socialismo vende poco, y tiene que aliarse con toda clase de gentes extrañas, radicales, separatistas: es lo que hundió a la II República". Sobran comentarios.

Que los historiadores tengamos ideología no es impedimento para el objeto del estudio histórico, siempre y cuando no caigamos en el proselitismo, y más aún cuando en nombre del neutralismo axiológico se hacen oprobias hagiografías como la del medievalista Luis Suárez sobre el dictador (y amigo) Francisco Franco.

En la casa de Clío, tienen cabida desde banqueros como José Ángel Sánchez Asiaín, militares con títulos nobiliarios como Hugo O'Donnell y Duque de Estrada, y representantes de la jerarquía eclesiástica como Antonio Cañizares, portavoz del providencialismo en una institución que supuestamente tiene como herramienta la razón.

El mismo director de la Academia, Gonzalo Anes, historiador económico, fue consejero del gigante inmobiliario Fomentos de Construcciones y Contratas (FCC), cuya principal accionista es Esther Koplowitz, galardonada en su día con la medalla de oro por la Real Academia de la Historia, amparándose en el carácter filantrópico de su fundación, perfecta escenificación de lo que es la superestructura de un Estado.

Ritos religiosos, falta de historiadores contemporáneos y de mujeres ó estructura endogámica son otras de las características de dicha Academia, que habla ya de una rectificación en algunas voces del diccionario, tras la presión de algunos medios periodísticos y de sectores universitarios.

Que la voz de Negrín, por ejemplo, se le haya encomendado a Carlos Seco Serrano, en vez de a especialistas que han estudiado al personaje (caso de Enrique Moradiellos, Ricardo Miralles o Gabriel Jackson), es un caso evidente del "corporativismo dedocrático" que impera.

La Real Academia de la Historia se resiste al paso de los tiempos y de los nuevos vientos que soplan en la historiografía. Aferrado a sus dogmas de fe como la glorificación de la monarquía cristiana y su "misión civilizatoria", batallas míticas como las de Covadonga, las gestas del Cid (cuando combatía a favor de la cristiandad, entiéndase) o de Fernando III, la "Reconquista" como restauración de la unidad nacional perdida durante 8 siglos por el invasor (empresa transhistórica), el carácter de Castilla como alma de España ó de los valores del poder de turno (ya sea dictadura franquista o monarquía borbónica), de ahí su carácter funcionarial y no científico.

Juan Antonio González Canales, licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla

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