"¿Opresivo y gris? No, mi crecimiento durante el comunismo fue la época más feliz de mi vida."
Así tituló el pasado 17 de octubre el diario Daily Mail su entrevista a Zuzsanna Clark, nacida en Hungría y casada con el periodista progresista Neil Clark. Zuzsana está escribiendo un libro sobre sus experiencias en Hungría, como contraste a la propaganda mediática que nos bombardea continuamente para demonizar la vida en los países socialistas. Al contrario, la autora afirma que los países occidentales deberían aprender de la experiencia de Hungría y el resto de países del este, y aplicar la solidaridad y la riqueza social que en éstos se vivía.
Para Clark, su vida en la Hungría comunista fue la más feliz de su vida. "Cuando la gente me pregunta como ha sido mi crecimiento en el periodo comunista de Hungría en los años 70 u 80 ellos esperan que les cuente sobre la "Securitate" (policía política), las colas interminables para comprar el pan, u otras cosas negativas y típicas en un estado conducido por un partido único. Ellos se sienten defraudados cuando les explico que la realidad ha sido bastante diferente en Hungría de lo que se cuenta, y que en realidad fue un lugar feliz en el cual viví", se atreve a decir Clark, un pecado que pocos son capaces de cometer públicamente, aunque en la vida cotidiana es un comentario común.
Romper el tabú del silencio, del miedo, es el mayor mérito de Clark, en una sociedad en la que el comunismo se ha demonizado tanto que pocos son capaces de reconocer cómo vivían durante el periodo comunista a no ser que sea en privado. Ahora que se cumplen 20 años de la contrarrevolución y cuando ademas la crisis económica esta sacando a la luz el verdadero rostro del capitalismo, puede servir como referencia y ejemplo para que se cuente como se vivía realmente en los países socialistas, contando tanto los aspectos negativos, que los había, como hoy los hay, como los positivos.
Clark explica que "El comunismo garantizaba un puesto de trabajo para todos, una educación buena y sanidad de calidad y gratuita. Igualmente, la violencia era casi inexistente", y continúa diciendo algo importante, tan escaso hoy en los países del este: "Pero puede que lo mejor de todo era el sentido que existia entonces de la camaradería, un espíritu que desapareció en mi país adoptivo, Inglaterra, e igualmente en la Hungría de la actualidad".
Zsuzsanna Clark, que nació en 1968 en una familia de clase trabajadora, cuenta en su entrevista y en su próximo libro que el sistema educativo de Hungría era, entonces, similar al que existía en Gran Bretaña, que los estándares académicos eran muy altos y la disciplina estricta. Ella recuerda con placer su epoca de alumna y de su militancia en los Pioneros, organizaciones juveniles comunistas que enseñaban a los niños a participar desde pequeños y a organizarse colectivamente.
"Muchos del oeste han creído que era una tentativa cruda de adoctrinar a los jovenes con la ideología comunista, pero ser Pionero te ayuda a aprender cosas importantes de la vida, a construir la camaradería o la importancia de trabajar en el beneficio de la comunidad", afirma Clark, algo que brilla por su ausencia en el capitalismo, en el que el aprendizaje principal de los niños es a pensar en ellos mismos y despreciar la comunidad.
Hablando sobre cultura, Zsuzsanna Clark explica que esta "era considerada muy importante por el gobierno", y que "los comunistas no deseaban que las cosas más bellas de la vida se restringieran a un privilegio de clase alta o media, y que la mejor música y literatura estaban disponibles para todos que deseaban disfrutar con ellas", siendo los precios de los billetes para los actos culturales muy baratos, y cualquiera podía permitirse ir a la ópera o al teatro.
Para Clark claro que existían cosas negativas en el comunismo, como las restricciones de los viajes al oeste, el aprendizaje obligatorio de ruso, el nivel exagerado de burocracia, y el derecho de crítica al gobierno era limitado, aunque poniendo todo en una balanza "los aspectos positivos superan a los negativos".
El articulo es más extenso, y muy interesante de leer, y seguro que hará que se tiren de los pelos y se rasguen las vestiduras los apologistas del anticomunismo, que podríamos definir también como los que temen que el comunismo vuelva y se pongan en peligro sus privilegios exclusivos.
Durante 20 años de anatemización del comunismo, por los defensores del fin de la historia y del camino único, el capitalismo, el bombardeo propagandístico sobre la vida cotidiana y la economía soviética y socialista ha sido brutal, siguiendo las enseñanzas de aquel gran teórico de la manipulacion que fue Goebbels. Las mentiras constantes sobre el nivel de vida de los ciudadanos soviéticos y sus condiciones económicas y sociales han hecho que para muchos sus propios recuerdos sean un tabú. Por ejemplo, en Rumanía un artículo o un libro así sería casi imposible, y de hecho las referencias al articulo del Daily Mirror solo han aparecido en algunos periódicos menores.
Sobre la vida en los países socialistas o soviéticos solo se cuentan mentiras, historias trágicas y tristes, como si solo tuvieran aspectos negativos. Los puntos positivos se guardan convenientemente en las cajas blindadas del silencio. Es cierto que ningún sistema es perfecto, pero tampoco lo es el capitalismo, cuya esencia consiste en el progreso de algunos sobre las hambrunas y el genocidio de la mayoría, en el crecimiento de los privilegios de pocos sobre el trabajo y la pobreza de casi todos.
Este año en que los defensores de los privilegios intentan celebrar los 20 años de "triunfo" del capitalismo haciendo iguales al fascismo y al socialismo (entre otras cosas para limpiar las semejanzas enormes y las coincidencias económicas y sociales entre capitalismo y fascismo), los testimonios de cómo se vivía realmente en aquella época, venciendo el miedo y la presión social que criminaliza a todo lo que suene a colectividad, solidaridad y comunismo, son de agradecer.
A pesar de los esfuerzos de los anticomunistas fanáticos (muchos de ellos en Rumanía y en los países del este, antiguos "comunistas" que estaban también entonces cercanos al poder, puesto que no son ni comunistas ni capitalistas, sino oportunistas), la verdad siempre termina saliendo a flote, y el hecho por todos conocido (pese a los esfuerzos de ocultarlo) de que el Ejército Rojo liberó a Europa del fascismo, y que construyó una alternativa más justa y social, ante la que EEUU y sus aliados de Europa del Oeste tuvieron que ofrecer la añorada Sociedad del Bienestar (para frenar la atracción de la sociedad socialista. De hecho la caida del socialismo hace 20 años significó el desenmascaramiento del capitalismo y la constante pérdida de derechos hasta hoy día de los obreros del mundo capitalista, porque los empresarios y privilegiados ya no tenían por qué compartir sus beneficios y derechos con los explotados.
Como afirma Zsuzsanna Clark, el comunismo por supuesto que tenía defectos, pero era una sociedad mucho más justa y solidaria que la del capitalismo del "sálvese quien pueda". Y eso, ahora que los capitalistas han demostrado cuál es su verdadero objetivo, enriquecerse y maximalizar el beneficio todo lo posible sin tener en cuenta a los trabajadores, consumidores, ciudadanos, y mucho menos a los seres humanos de todo el planeta o a los recursos naturales, está cada vez más claro.
Quizás la celebración de los 20 años de la caída del Telón de Acero no sea más que el punto de inflexión para que se comience a celebrar la caída definitiva del capitalismo.
http://www.dailymail.co.uk/news/article-1221064/Oppressive-grey-No-growing-communism-happiest-time-life.html
http://www.ziua.net/news.php?data=2009-10-19&id=41891
Tomado del blog "Un vallekano en Rumanía"
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