Greg Butterfield
20/11/2009
Workers World
Hace veinte años, una organización sindical mantenía una huelga bajo condiciones muy complicadas. Esta organización obrera y sus dirigentes fueron castigados por las instituciones empresariales.
Los empresarios amenazaban, coaccionaban y sobornaban a la gente para que atravesaran la línea de piquetes. Animaban a los esquiroles.
Los líderes de la Union International tramaron con los capitalistas acabar con la huelga.
Finalmente, los huelguistas perdieron. Pero eso no fue suficiente para los jefes.
No satisfechos con la reducción de los salarios y las prestaciones de los obreros y con romper su unión, enviaron su aparato estatal contra los líderes huelguistas con la acusación de crímenes atroces. El líder obrero marchó al exilio huyendo de la persecución judicial.
La organización sindical de la que hablamos era Amalgamated Transit Workers Unión Local 1202, que se declaró en huelga contra el gigante Breyhound Bus Lines en febrero de 1990.
Pero todo lo escrito anteriormente también se aplica a la República Democrática Alemana – la Alemania socialista del este- y a la caída del Muro de Berlín unos poucos meses antes, en noviembre de 1989. Tanto la clase capitalista como algunos mal informados progresistas festejaron el 20 aniversario de este suceso.
Una línea de piquete significa ‘¡No cruzar!’
Pregúntele a cualquier persona que hiciera huelga si alguna vez aprobó que alguien atravesara la línea de piquetes, y seguramente escuchará un rotundo «¡No!»
El Muro de Berlín -tan criticado y condenado tanto por la máquina de guerra imperialista como por los lloricas liberales- no era más que un piquete de huelga en una escala mucho mayor.
El muro fue construido en 1961 en respuesta a las provocaciones del imperialismo norteamericano y de Alemania Occidental, su socio menor, para destruir el intento de construción del socialismo en el este alemán. Estas provocaciones incluían la infiltración en el Berlín Oriental de agentes anticomunistas, las amenazas militares y el soborno a especialistas cuyo trabajo era necesario para el estado obrero –la llamada ‘fuga de cerebros’.
El repugnante mito de que el Muro de Berlín fue construido para destruir las libertades de los berlineses, inmortalizado en el famoso discurso del presidente John F. Kennedy, es justo lo contrario de la realidad. Las potencias capitalistas querían aplastar la libertad de la clase obrera de construir una sociedad que no se moviera por el afán de beneficios.
El Muro de Berlín era la antítesis del muro del apartheid construido por Israel cercando las poblaciones palestinas, el muro militar norteamericano y surcoreano que separara a los familiares de Corea del Norte, o el enorme muro norteamericano contra los inmigrantes en la frontera con México.
¿Cuál es la diferencia? Estos muros están destinados a reprimir a los trabajadores y a los oprimidos.
El Muro de Berlín, por contra, fue construido para defender a los trabajadores y a los oprimidos.
Los logros de la Alemania Socialista
La RDA no fue el producto de un levantamento revolucionario clásico. Fue formada por una alianza entre comunistas, socialistas y organizaciones obreras alemanas que resistieron el nazismo y sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, y el Ejército Rojo soviético que liberó la parte oriental del país, todo esto bajo la presión militar y económica de los Estados Unidos –comenzaba la Guerra Fría. Y solo fue estabelecida después de que el imperialismo norteamericano, y sus nuevos aliados en las vencidas clases altas alemanas, empezaran a hacer de la Alemania Occidental un baluarte da agresión contra la URSS y sus aliados.
En cierto sentido, era una casa de transición al socialismo.
Cualquiera puede ver que la RDA fue un estado obrero que proporcionó puestos de trabajo, vivienda y atención sanitaria para todos sus habitantes. Proporcionó ayuda y apoyo, incluyendo ayuda militar y médica, a los movementos de liberación nacional de todo el mundo, incluyendo la lucha contra el apartheid en el sur de África.
La RDA proporcionó una tierra segura a los refuxiados del terror fascista de países como Chile o Argentina. La Alemania Socialista también proporcionó trabajo y educación a trabajadores y estudiantes convidados de Asia, África y Oriente Medio –muchos de los cuales fueron aterrorizados o expulsados por los ataques fascistas de comienzo de la década de los 90, después de la reunificación con la Alemania Occidental imperialista.
Alemania Oriental estaba por delante de cualquier país del mundo en lo tocante a los derechos y libertades de los homosexuales, bisexuales, lesbianas y transexuales. El movimiento de liberación gay como lo conocemos, nació dentro de los movimientos comunistas y socialistas alemanes del siglo XIX y principios del XX.
Respecto a los derechos de las mujeres a la educación, al empleo y a la vivienda, y especialmente en la creación de una amplia red de guarderías, la RDA realizó enormes progresos. Buena parte de estos progresos se fueron al traste con el fin de la RDA.
La República Democrática Alemana tenía derecho a defender su soberanía frente al imperialismo, y aun más cuando la frontera entre el este y el oeste de Alemania era también la frontera entre los campos imperialista y prosocialista.
Quien no puede o podrá nunca apoyar los derechos de las organizaciones obreras de defenderse –sea un sindicato, un movimiento de resistencia o un estado obrero- nunca serán quien tendrá éxito en una lucha revolucionaria.
Los revolucionarios honestos tenemos que aprender esta lección, y es el deber de los que vivimos estos terribles reveses educar a las nuevas generaciones.
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