Cuando observamos nuestro entorno político, nuestro entorno revolucionario, podemos observar diferentes opiniones, diferentes actuaciones y diferentes reflexiones.
Dentro del movimiento revolucionario, es normal y positivo el debate, la crítica y la autocrítica y, en definitiva, todo lo que ayude a elegir una línea de lucha correcta. Pero en ocasiones podemos encontrarnos con elementos que, más allá de su línea política, provocan el desconcierto y las discusiones entre compañeros y camaradas mediante una constante de críticas destructivas.
Si algo tenemos que aprender de la historia, es a no volver a cometer errores pasados. ¿ Cuantos contrarevolucionarios provocaron daños irreversibles en la URSS?, ¿ Cuantos hicieron factible la contrarevolución de terciopelo al servicio de la CIA?, intentemos que en la actualidad, en nuestros colectivos y espacios no se nos cuelen estos elementos que solo provocan desunión y crispación.
Algunos me llamarán paranoico en el momento que afirmo que es muy probable y casi seguro, que en la mayoría de los colectivos anti-capitalistas existen infiltrados, provocadores e informadores policiales, pero por desgracia no puedo tener mas razón (a los hechos me remito).
No es raro ver agentes policiales de paisano en manifestaciones obreras, ni que estos mismos sean los provocadores que inicien posibles incidentes para justificar cargas policiales. Este es un claro ejemplo práctico donde observamos que los infiltrados no son cosas de películas de espías ni de guerras pasadas.
El disfraz de revolucionario, ese de exterior militante y de interior conspiratorio, es un problema que sufre el movimiento anti-capitalista y anti-fascista internacional desde hace mucho tiempo el cual hemos de eliminar de una u otra forma.
Que no nos tiemble la mano a la hora de expulsar a miembros contrarevolucionarios de nuestras asambleas, aquellos que claramente dañan nuestra ofensiva y la convierten en un movimiento con pies de barro.
El verdadero revolucionario no presenta ningún obstaculo, debate, piensa, lee, responde, replica, critica, pero todo desde el respeto, el conocimiento y el análisis de las diferentes situaciones prácticas y teóricas.
Coherencia y trabajo, esa es nuestra línea a seguir. Nuestro lema: Conocer el pasado, comprender el presente, conquistar el futuro.
(Fuente: Torremolinos Antifascista)
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