Este artículo ha sido traducido del gallego al castellano a partir del blog "Estoutras: Notas Políticas", originariamente fue publicado en el periódico "Proletarian" de diciembre de 2009. Dicho periódico es el órgano de expresión del Partido Comunista de Gran Bretaña (marxista-leninista).
Desde que el Partido Laborista llegó al poder en 1997, es como si una imparable marea reaccionaria golpeara nuestras costas. El laborismo adoró el rico altar del capital, de modo que los salarios de la gente normal permanecieron extremadamente bajos mientras que los precios de todos los productos y necesidades se dispararon.
Por supuesto, la riqueza de los poderosos se multiplicó varias veces, y los millonarios patrocinadores acudieron en manada a proveer a los laboristas con cualquiera cosa necesaria para mantenerlos en el poder.
Doce años de laborismo
Tan inexpugnable fue la mayoría de los laboristas en 1997 que tuvieron la oportunidad de introducir cualquier tipo de medida reformista conciliadora con la clase obrera: las leyes antisindicales pudieron ser derogadas, se pudo apoyar a la industria pesada y manufacturera, y el Servicio Nacional de Salud y la Educación puideron ser liberados de las medidas privatizadoras que drenan sus escasos recursos.
Pero el Partido Laborista no nació para nada de eso; sus objetivos siempre fueron los de velar por los intereses de la minoría trabajadora privilegiada y evitar la revolución obrera.
Algunas veces, frente a una clase obrera dispuesta a defender sus derechos, el laborismo practicó una política de concesiones reformistas (prestaciones, asistencia sanitaria gratuita), mientras que en otras ocasiones alcanzó sus objetivos mediante la represión brutal de los obreros, tanto aquí como en el extranjero (la traición a la huelga xeral de 1926 y a la huelga minera de 1984, la guerra de Corea, etc.) En 1997, un gobierno entrante con una mayoría parlamentaria nunca vista, dio a las élites laboristas la confianza, no para «aplicar políticas socialistas», como muchos de sus amigos de la izquerda nos quisieron hacer creer, sino para abusar de la clase obrera con total impunidad.
El reciente escándalo de los gastos de los diputados mostró a las masas obreras el espectáculo de los cerdos del Partido Laborista hartándose en el pleno parlamentario, mientras la clase obrera a quien dicen representar era tratada con odio y desprecio.
Este amplio período de reacción, guerra y Mondismo (un enfoque de colaboración de clase en el que los líderes sindicales cooperan con los empresarios en la consecución de pactos) contribuyó, por supuesto, a la creación de las condiciones de la caída del laborismo, y presenta a la izquerda una histórica oportunidad para acabar de una vez por todas con la socialdemocracia.
Un barco abandonado
Millones de votantes de la clase obrera abandonaron para siempre el Partido Laborista. Varios desengañados intentos de los laboristas para evitar una escapatoria a la desesperada a través de alianzas políticas y electorales fracasaron. Y fracasaron porque los laboristas creyeron en su superioridad moral sobre el movemento que los creó a ellos.
La ira y desconfianza que los obreros sienten ahora por el laborismo amenazan con desafiar los fundamentos políticos de muchos grupos socialdemócratas, y son los mayores dolores de cabeza del propio Partido Laborista.
No sorprende que en los últimos tiempos el laborismo intente publicitar y centrar la atención directamente en el Partido Nacional Británico (British National Party, BNP) y en su líder, Nick Griffin. Los políticos laboristas esperan que espareciendo el miedo, puedan esquivar su caída política.
¡Popularizando el BNP!
La actual fuerza y popularidad del BNP está siendo increíblemente exagerada tanto por los medios de comunicación como por el Partido Laborista. Propagando el trabajo del BNP, el Partido Laborista quere exagerar la amenaza que representa el BNP como un método para reanimar el apoyo de los obreiros, seguidores y votantes, que, con razón, están descontentos con el partido. El lema de combate salió de las sedes del Partido Laborista y se infiltró eficazmente en el movimiento obrero: «Vota Laborismo para pararle los pies al BNP».
La razón verdadera es que votar a un partido belicista que pretende cargar en los hombros de los obreros la actual crisis financeira es el menor de los males, ya que, por lo menos, cuando el Laborismo encierra a los inmigrantes en campos de concentración, el racismo con el que justifican sus acciones es más sutil que el empleado por el BNP.
Medios de comunicación
Desde la época de Marx, los socialistas siempre tuvimos claro que los medios de comunicación no son observadores imparciales de la lucha de clases. Marx afirmó con razón que «la verdadera libertad de prensa consiste en no ser un negocio».
Algunos medios de comunicación apoyan la campaña del laborismo contra la «amenaza del fascismo» para intentar que la gente continúe confiando en ellos. Otros, representando a los círculos burgueses más reaccionarios, y los más fervientes defensores de los objetivos chauvinistas y aventureros del imperialismo, todavía guardan cariño y nostalgia por el fascismo. No pasó mucho tiempo desde que el fascista William Hearst y su imperio mediático radicado en los Estados Unidos lanzasen violentas calumnias y mentiras sobre la URSS, muchas de las cuales empleadas gratuitamente por Göring y los nazis en su guerra contra el comunismo.
Nick Griffin en el programa Question Time
A través de Internet o la televisión, fueron millones los que siguieron en octubre la comparecencia de Nick Griffin en el programa de la BBC Question Time. La mayoría de los espectadores pudieron percatarse de que Nick Griffin es un auténtico estafador, ademais de un excéntrico.
Desafortunadamente, lo que parece que no vio la mayoría de la audiencia, es que David Dimbleby se esforzó en agochar, fue el hecho de que sentado junto a Nick Griffin estaba el arrogante y adulador laborista y depravado criminal de guerra, Jack Straw, ¡nuestro ministro de ‘Justicia’!
El Grupo Comunista Revolucionario elaboró el exhaustivo y esclarecedor currículum vitae de Straw, que publicó el 22 de octubre:
«Straw fue miembro dirigente del Gabinete desde que los laboristas llegaron al poder en 1997. Él era Secretario de Interior en el año 2000, cuando tivo lugar la horrible muerte de 58 emigrantes chinos en la parte trasera de un camión tratando desesperadamente de buscar trabajo en Inglaterra. Fue Secretario de Relaciones Exteriores entre 2001 y 2003, cuando Gran Bretaña invadió Afganistán e Iraq, las guerras de ocupación que continúan hoy y que están costando cientos de miles de muertos y heridos. Straw, que permitió que el asesino dictador Pinochet huyera de la extradición, vetó la publicación de documentos que demostrarían la ilegalidad de la guerra de Iraq, se negó a pedir a los Estados Unidos que cerraran el ilegal campo de tortura de Guantánamo (Cuba), y ocultó la participación del goberno británico en torturas. Como ministro de Justicia, ahora preside un sistema carcelero que nunca estuvo tan saturado y un servicio de inmigración que se jacta de deportar a una persoa cada ocho minutos.»
El absurdo espectáculo de ver a muchos bien intencionados antifascistas y liberales atacar a un cantamañanas mediocre con complejo de superioridad, mientras Jack Straw se sienta alegremente a su lado recibiendo los aplausos, es demasiado grotesco. Griffin, por muy desagradable, sinvergüenza y tahúr que sea, en la actualidad carece del apoyo de la clase dirigente para organizar un ataque a nivel nacional e internacional contra la clase obrera y las masas oprimidas.
Por contra, hoy, estos ataques son llevados a cabo, muy eficazmente, por el imperialista Partido Laborista, con una oposición material de la clase obreira muy débil, por lo que la burguesía no tiene ninguna necesidad de poner en la calle escuadrones de la muerte fascistas para defender sus intereses. Jack Straw y su pelotón belicista de asesinos y ladrones de Westminster, a día de hoy, representa una muy real, inmediata y seria ameanza para las condiciones de vida de la clase obrera en Inglaterra, y las expectativas de todos los anti-imperialistas en el extranjero.
Antifascismo
El elemento más efectivo que tenemos para poder luchar contra el fascismo, el BNP y las ideologías del odio es saber bien a dónde va la actual tendencia del fascismo.
La actual crisis económica, que está provocando una cada vez mayor situación de intolerable miseria para las vastas masas del planeta, convierten en urgente necesidad para los pobres del mundo la rebelión y la resistencia. En Inglaterra, el ataque en todos los campos –trabajo, servicios y libertades- está encabezado por el Partido Laborista, y lo más probable es que lo continúen los conservadores después de las próximas elecciones.
La clase obrera debe armarse con el marxismo-leninismo; es necesario que reconozca quienes son sus amigos y quienes sus enemigos; y es fundamental emprender la construcción de una fuerza revolucionaria de combate anticapitalista, capaz de derrumbar por completo el corrupto sistema. Si nosotros aceptamos apoyar un partido burgués u otro por miedo a Nick Griffin y al BNP, entonces estamos condenados a perder la oportunidad de crear las condiciones para una ofensiva real contra el capitalismo.
Si la clase dominante necesita instigar un régimen fascista, entonces es más que posible que alguno de los partidos burgueses estuviesen felices de participar en el trabajo. De no ser así, años de violenta propaganda contra los inmigrantes y contra el comunismo difundida por los medios de comunicación a todos los niveles y por los ‘respetables’ partidos burgueses, proporcionarán a los partidos abertamente fascistas una ventaja. En nuestra opinión, como fiel servidor del capitalismo monopolista, el Partido Laborista comenzó la preparación de la represión de los derechos democrático-burgueses de las masas obreras con la máxima eficiencia.
Inmigración
El chauvinismo inglés, el chauvinismo del Partido Laborista y la nula educación política de la población obrera creó una situación donde la desconfianza, el desprecio e incluso el odio contra los extranjeros están ayudando a preparar el terreno para dirigir la ira popular por la actual crisis capitalista contra los grupos minoritarios y los “musulmanes terroristas” del extranjero.
Siguiéndole el juego a la extrema derecha, Gordon Brown está alimentando la máquina del odio con la retórica del tipo “puestos de traballo ingleses para los trabajadores ingleses”. Su lacayo Alan Johnson, un traidor de clase totalmente despreciable y repugnante, declaró hace poco que el Gobierno actuó torpemente ante el asunto de la inmigración, ya que debía dar respuesta a las «legítimas preocupaciones» de la gente. Por entonces, no mencionó dónde la gente adquirió esas “preocupaciones”.
Brown prometió acabar con los visados estudantiles, reducir el número de trabajos no cualificados y, en general, mayor dureza con la inmigración. Todo el abanico político, desde los laboristas hasta los "tories" (conservadores), pasando por los liberales y el BNP, comparten el mismo programa detestable de convertir en chivos expiatorios a los inmigrantes y a los solicitantes de asilo, las víctimas más vilipendiadas del imperialismo, de las deficiencias del propio sistema capitalista.
Aun siendo despreciables, el BNP no es el mayor enemigo en estos momentos.
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