Por segundo año consecutivo, la selección andaluza de fútbol no jugará su tradicional partido
navideño; la Federación Andaluza de Fútbol (FAF) emitió un comunicado hace un par de días en
el que explicaba que, al no haber encontrado un operador de televisión que retransmitiera el
encuentro, se había decidido suspender este año, de nuevo, el partido navideño. La Federación
dice textualmente en su comunicado: “La FAF lamenta tener que tomar esta decisión, difícil para
el organismo federativo andaluz, y pide disculpas a la afición andaluza por el daño moral y
afectivo que supone no poder presenciar este año a su Selección sobre el terreno de juego con
los mejores jugadores de nuestra Comunidad”.
Probablemente, y con toda razón, habrá quien opine que, con todo lo que está cayendo sobre
Andalucía, lamentar la no celebración de un partido de fútbol es cosa de frívolos y superficiales.
Puede ser. Según datos del Instituto de Estadísticas de Andalucía (IEA), la tasa de paro se ha
situado durante el tercer trimestre del 2009 en el 25,64%, siendo la tasa de paro de las mujeres
trabajadoras andaluzas durante el mismo periodo un 2% superior a la media. También, y en este
sentido, se podría hablar del VII Acuerdo de Concertación Social de Andalucía, firmado por la
Junta de Andalucía, la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), y las sucursales
andaluzas de los sindicatos “oficiales”, CCOO y UGT, en este documento se reconoce a las claras
que “El segundo de los factores que ha servido como referencia principal durante todo el proceso
de concertación ha sido una situación de crisis generalizada, cuya gravedad ha desbordado todas
las previsiones realizadas y que se ha trasladado con especial rapidez desde el sistema financiera
a la economía real”. Igualmente, en este documento se distingue la gravedad específica de esta
crisis en Andalucía: “Además dicha crisis tiene un efecto específico en nuestra comunidad
autónoma, ya que ha provocado que el ajuste del ciclo inmobiliario haya sido abrupto, lo que ha
supuesto también un problema adicional, puesto que el resto de actividades productivas,
justamente por la crisis, no han podido manifestar suficiente capacidad de arrastre para sustituir a
la construcción en la generación de riqueza y empleo”. Aunque estas afirmaciones sean muy
matizables y muy susceptibles de corrección, en ellas se contienen dos grandes ejes: el primero,
la gravedad y el calado de la crisis capitalista, y el segundo, la gravedad concreta de la misma en
Andalucía, un país al que se le ha impuesto un modelo específico de dependencia y de desarrollo
del subdesarrollo, que viene a afectar ante todo y sobre todo a la clase obrera andaluza y a los
sectores populares trabajadores de Andalucía. Por supuesto, las instituciones y los denominados
“agentes económicos y sociales” firmantes del VII Acuerdo de Concertación pocas soluciones
aportan, si acaso, las que se vislumbran van encaminadas a volver a reproducir, otra vez, las
condiciones específicas andaluzas y generales que han dado lugar a la gravedad de esta crisis
tanto en Andalucía como en el mundo entero.
También, mucho más importante que el puñetero partido de fútbol, sería hablar del recientemente
ratificado y firmado acuerdo agrícola entre la Unión Europea y Marruecos, por el que se quiere
reducir los precios en origen explotando aún más a nuestros hermanos trabajadores marroquíes,
en su propio país, sin necesidad de que emigren, y que sólo beneficia a las grandes empresas y
multinacionales del sector, y que seguro va a arruinar todavía más al pequeño y mediano
productor de Andalucía.
Mucho más importante que el dichoso partido de fútbol sería volver a recordar una vez más la
constante manipulación y adulteración de las señas de identidad andaluzas, y de la continua
mercantilización alienante a la que está sometida. También podríamos hablar de las bases
militares de los imperialistas norteamericanos en nuestro suelo, del cachondeo del pago de la
“deuda histórica”, de la destrucción del medio ambiente, etc., antes que de este partido de fútbol.
Sin embargo, la suspensión de este partido de fútbol ha sido la demostración más clara y evidente de querer acabar con todo lo andaluz, incluso con lo más simbólico, como es una selección y un partido de fútbol. No basta con someter a Andalucía a la opresión y dependencia, al llamado
desarrollo del subdesarrollo, no basta con la adulteración y manipulación de nuestras señas de
identidad culturales, la gran oligarquía española, a través del PSOE andaluz, quiere hacer tabla
rasa, destruyendo hasta lo simbólico o incluso lo anecdótico. Si el PSOE andaluz a finales de los
70 y principios de los 80 del siglo pasado, pretendió erigirse como el “gran partido defensor de
Andalucía” con la siniestra intención de reconducir la reivindicación andalucista hacia parámetros
deseables y aceptables para la gran oligarquía española, ahora, pasados ya 30 años, el objetivo
no es otro que el de hacer desaparecer todo lo andaluz que pueda contener en sus entrañas
cualquier manifestación de identidad fuera del españolismo, cualquier reivindicación política,
cualquier reivindicación obrera y popular, o cualquier reivindicación de descontento.
Los partidos de la selección andaluza de fútbol, con más de 80 años de existencia oficial, son
espacios que transcienden lo deportivo, son espacios de reivindicación, en primer lugar, de una
identidad nacional, la andaluza, pero también, son espacios de reivindicación obrera y popular, y
por supuesto, de solidaridad internacionalista.
Sin ir más lejos, y teniendo en cuenta la heroica
huelga de hambre de la activista saharaui, Aminatu Haidar, en el partido de fútbol que enfrentó en el año 2000 en Córdoba a las selecciones de Andalucía y Marruecos, la selección marroquí se
negó a continuar con el encuentro si no era retirada una pancarta de apoyo a la lucha del pueblo
saharaui que la hinchada andaluza había desplegado para la ocasión; esta vez, Gobierno y Junta
se han ahorrado que de nuevo la hinchada andaluza les sacara las vergüenzas recordando la
huelga de hambre de Aminatu Haidar en las gradas, y las excelentes relaciones comerciales con
su “socio marroquí”. También es justo recordar los incidentes que tuvieron lugar en el 2007 en
Jerez, durante el encuentro que enfrentó a las selecciones de Andalucía y Zambia, cuando la
policía irrumpió en las gradas retirando violentamente aquellas pancartas que consideraron
insultantes hacia España.
Quieren evitar esa explosión de colorido y reivindicación que son los partidos de la selección
andaluza de fútbol, con sus pancartas de apoyo a los siempre atacados y maltratados
trabajadores de los astilleros de Cádiz, con esos despliegues de banderas verdiblancas con las
estrellas rojas, de banderas andaluzas con los rostros de Blas Infante o García Caparrós, de las
siempre presentes banderas con el rostro desafiante del Che Guevara, de banderas rojas con la
hoz y el martillo, de banderas de Palestina, Euskal Herria, Catalunya, Irlanda, o Cuba. Por eso, es
normal que cualquier excusa sea valida para suspender el partido navideño de la selección
andaluza de fútbol, que quieran dar fin por todos los medios a estos actos donde el deporte es
también reivindicación política andalucista, obrera, popular, antifascista e internacionalista.
Que la Federación Andaluza de Fútbol alegue que no encuentra operador para retransmitir el
partido solo puede producir risa y vergüenza, teniendo en cuenta que la Radio Televisión de
Andalucía (RTVA) tiene nada menos que dos canales de televisión. Más vale que se dejen de
cuentos, ese no es ni de lejos el problema, en absoluto, la cuestión es arrebartarles ese espacio
deportivo de reivindicación a los rojos y andalucistas, así de claro.
Antonio Torres, Antón
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