La muerte de Lenin abrió, pues una lucha muy aguda entre aquellos que creían que podían asaltar la dirección sin haber sido nunca bolcheviques (Trotsky), por un lado, los "bolcheviques" de bolsillo y de nombre como los Bujarin, Zinoviev, Kamenev, por otra y finalmente los verdaderos leninistas con Stalin al frente.
Stalin, el discípulo leal de Lenin, organizó teóricamente la lucha interna del Partido, creando el concepto del leninismo, que tendría con el tiempo el valor de la continuidad del marxismo bajo nuevas condiciones y después de la Revolución de Octubre.
Trotsky, el conocido menchevique y centrista, pensó, efectivamente, que desaparecido Lenin podría fácilmente hacerse con la dirección revolucionaria. Su folleto "Sobre Lenin" era, como lo califica Edward H. Carr, no una biografía de Lenin, sino un relato de las relaciones personales de Trotsky con éste, para crear la impresión de que Lenin estuvo cerca de Trotsky y a cierta distancia de los otros líderes bolcheviques, pero lo peor del folleto trotskista era que, si bien «trataba a Lenin con cariñoso respeto (dice Carr), el escritor y el biografiado se veían situados en un plano de igualdad incompatible con la actitud de veneración hacia el jefe fallecido que se iba imponiendo como una regla en los círculos del Partido»
Después vendrían las famosas "Lecciones de Octubre" del mismo Trotsky, trabajo en el cual intenta nuevamente aparecer como el Héroe de Octubre incluso por encima de Lenin. La patraña trotskista no podía tener éxito.
De nada valdrían los requiebros autoadulatorios de Trotsky para asaltar la dirección; se interponía entre ambos la personalidad y la férrea voluntad de Stalin de impedir la usurpación.
Stalin destrozaría a Trotsky en el plano teórico: primero fue la tesis de la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país que se oponía al "permanentismo" trotskista que suponía una revolución simultánea en los países capitalistas avanzados, posibilidad que se diluía casi por completo en 1924. La tesis del socialismo en un solo país forma parte del acervo más rico del marxismo-leninismo pues, al reconocer el desarrollo desigual de las formaciones sociales, abre la posibilidad de la revolución en los países oprimidos por el imperialismo y supera ampliamente la posición eurocentrista latente aún en el Partido, hecho aquel que es incontrovertible a pesar de la moderna regresión de la historia.
El segundo problema teórico en el cual Stalin derrota a Trotsky en toda la línea es el de la revolución de obreros y campesinos. Si el marxismo y el leninismo se enriquecieron tanto con las contribuciones del pensamiento de Mao en cuanto al problema campesino de los países oprimidos, podemos decir que dichas tesis ya estaban presentes en el pensamiento de Stalin. Frente al anticampesinismo furioso y ridículo de Trotsky, se impuso pues el carácter auténticamente universal y multinacional de la revolución en el pensamiento de Stalin.
Finalmente se tuvo que recordar el triste pasado de Trotsky, aliado de mencheviques, centristas, parvusianos, martovistas, cuando sin guardar eufemismo alguno atacaba sañudamente a Lenin expresando en la conocida "Carta a Chjeídze" de 1913 y publicada en 1921:
«El leninismo descansa por completo en estos momentos en la mentira y la falsificación y lleva en su seno el elemento emponzoñado de su propia desintegración.." y más aún: "Lenin, ese gran pendenciero, explotador profesional de todo lo que hay de atrasado en el movimiento obrero ruso…».
¿Qué podía objetar Trotsky ante la evidencia de su pasado acremente antileninista demostrado en la célebre carta a Chejdze? Pues nada.
En el pasado reciente, es decir, el pasado de la "negación" de Stalin, se sostenía en descargo y semiapología de Trotsky, que éste había sido derrotado por las maquinaciones subterráneas de Stalin y por la utilización de métodos administrativos y policiales. Los revisionistas contemporáneos, sin probar nada documentalmente, se embriagaban acusando a Stalin de ser el verdugo inhumano del "pobre" Trotsky. Nada más alejado de la verdad. Trotsky fue derrotado ampliamente en el terreno ideológico, en su desesperación cometió un error tras otro y por propia voluntad se fue enterrando poco a poco, al ser alejado, primero, del Buró Político, después del Comité Central, luego del Partido y finalmente de la URSS. Su soberbia y orgullo pequeño-burgueses, su desprecio aristocrático por quiénes lo superaban en la táctica política y en la política de principios, lo llevaron a la bancarrota.
FUENTE: Blog comunista cántabro "Odio de Clase"
No hay comentarios:
Publicar un comentario