Julio de 711. En la batalla de Guadalete, el rey godo Rodoric es derrotado y su dominio sobre la Península Ibérica se difumina. Siempre se ha dicho que la musulmana fue una tropa numerosa, que atravesó el Estrecho de Gibraltar y que comenzó desde entonces una dominación que duraría ocho siglos. ¿Dominación? Algunos historiadores no opinan así. Por ejemplo, Emilio González Ferrín, islamólogo de la Universidad de Sevilla, afirma: "No hubo dominación. Además, quien quiera que entrase en Hispania no podía ser ni árabe ni musulmán."
Este es uno de los muchos tópicos que González Ferrín ha desmontado en Historia General de Al-Ándalus (Almuzara), libro que apuesta por un estudio más científico de esta cultura. Ferrín cree que el mito de la conquista árabe en el 711 ya no se sustenta. Entonces, ni el Islam se llamaba Islam ni había coranes que pudieran distribuirse. Aunque el primer gramático del árabe acababa de nacer en el actual Irán, la historia oficial siempre se sujeta con los andamios del mito, remacha este autor.
Entonces, ¿qué sucedió? ¿Qué fue Al-Ándalus? Seguramente, fue la evolución de la culta Hispania de Isidoro de Sevilla (obispo visigodo de los siglos VI y VII), que no pudo sumarse a la fundación de la Europa fuerte y extensa que pretendía Carlomagno. Además, desde el 711 hasta el 756 son años de guerras entre los propios godos. Mientras, Al-Ándalus fue una cultura con tres religiones y la cuna del Renacimiento. El Islam, como civilización, fertiliza y ensancha Roma con el elemento indio y persa. Es la lógica continuación del legado helénico, asegura el historiador.
El legado andalusí
Magdalena Lasala es otra de los muchos autores que apuestan por una revisión del legado andalusí. Al-Ándalus logró imprimir un conocimiento que enriqueció lo que luego se llamó Renacimiento. Y nunca fue integrista, afirma. Según esta revisión, los avances que se produjeron no fueron casualidad. Por ejemplo, su arte fue rico y variado gracias a que se basó en la tradición clásica, el arte bizantino y el de los pueblos orientales sometidos.
La lengua árabe fue sinónimo de refinamiento. La educación fue determinante: se tradujeron las principales obras del saber greco-helenístico, se crearon bibliotecas y se edificaron mezquitas y madrazas en las que se impartían las ciencias. Y el papel del cortesano, la rivalidad de los reinos de taifas o el ansia de saber antropocéntrico son elementos que anticipan las ciudades-estado del Renacimiento.
¿Conquista y reconquista?
Si González Ferrín niega que existiera una conquista, también arremete contra el concepto de la "Reconquista". En la historia oficial cristianista, interpretada hasta ayer por mandarines y caciques, se extirpa lo andalusí por pretenderse ajeno. Y agrega: "Hay algo freudiano en nuestro rechazo hacia Al-Ándalus: después de negarlo tres veces, los historiadores se lamentan de una pérdida (la del califato, en 1031) que provocó la descentralización de las taifas." Pero Al-Ándalus, asegura, "nunca fue una tierra de tres culturas, sino una cultura con tres religiones. En tanto que Europa se distanció, Hispania siguió por su senda mediterránea. Y la marcó para siempre."
FUENTE: WebIslam.com
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