Ante el cariz que han tomado los acontecimientos tras las últimas decisiones tomadas por la dirección de Batasuna, ancladas en el más profundo reformismo y con una orientación total y absolutamente nacionalista, la contradicción principal en nuestro país pasa a ser la de la construcción de las estructuras revolucionarias para combatir el reformismo. Superando esta contradicción se podrá retomar la senda de la emancipación revolucionaria de Euskal Herria.
El bochorno que a nivel internacional están provocando las declaraciones acatando la ley de partidos y toda la legalidad del Estado Español hace que el apoyo condicionado que desde el comunismo se daba a Batasuna se torne ahora en crítica incondicional. Los mismos que idearon y transitaron por una senda que se nos hizo muy duro apoyar, reformulan ahora, diez años después, las tesis de Aralar. Pero no por convicción, sino por incapacidad de reorientar el movimiento ni hacer frente a la represión.
Esto es un punto y final, tras coger en sus manos un movimiento que, con sus carencias, era una referencia clara, han conseguido empequeñecerlo organica e ideológicamente hasta el punto de que a un comunista le provoque contradicciones insuperables. Desde este momento, avanzamos por sendas opuestas. No cejaremos, no obstante, en nuestro afán de clarificar posturas en aras de hacer avanzar el movimiento revolucionario.
Lo mas urgente en este momento es crear estructuras de combate de la clase obrera para hacer frente a la ofensiva que con la excusa de la crisis está llevando a cabo el imperialismo. El que el reformismo decrete la defunción de una via que en su día nació con vocación revolucionaria no nos impedirá reivindicar la validez y vigencia de la teoria de grandes teóricos como Argala o Txabi. Euskal Herria se merece y necesita una organización combativa para volver a liderar a nuestro Pueblo hacia la senda de la liberación.
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