La misión histórica del partido del proletariado es organizar y dirigir la revolución, construir el socialismo y el comunismo. Esto implica, de inicio, "poner al desnudo las lacras del capitalismo, demostrar el carácter inevitable de la bancarrota del capitalismo" (Stalin, Fundamentos del Leninismo), minar los soportes del Estado burgués y toda la institucionalidad que lo representa, como garantía para acabar con la explotación de este sistema e instaurar la dictadura del proletariado y la sociedad socialista. Desde este punto de vista, como ya lo hemos señalado, el Partido es una organización eminentemente conspirativa, pues sabe, en la teoría y la práctica, que estos objetivos solo se lograrán a través de la violencia organizada de las masas, mediante la combinación de todas las formas de lucha, "subordinadas a la lucha armada revolucionaria, a la insurrección armada, a la guerra popular".
El carácter conspirativo del partido del proletariado se expresa no solo en la concepción filosófica y línea política que impulsa, sino en su forma de organización y funcionamiento. De hecho, para lograr tan altos objetivos, cumple con las normas leninistas de organización. Por consiguiente, está integrado por una militancia que reúne los requisitos de selectividad y secreto, y está forjada al calor de estrictas normas de disciplina y trabajo.
El Partido concentra en sus filas a los mejores hombres y mujeres del pueblo, a aquellos que han sido seleccionados por su extracción de clase popular y por sus cualidades revolucionarias; por su capacidad de relación, influencia y dirección de un sector de masas; por su actitud audaz y valerosa en el medio de combate; y, desde luego, por su disposición a un trabajo basado en una disciplina consciente. A su vez, junto a estas características, tanto los organismos dirigentes como los de base, y toda su estructura de funcionamiento, guardan normas de trabajo secreto como un mecanismo para preservar su integridad frente a los embates, intentos de inflitración y labor de inteligencia de la burguesía y sus aparatos represivos.
Un principio fundamental de organización leninista es el centralismo democrático, esto es, "centralismo sobre la base de la democracia, y democracia bajo una dirección centralizada". Por consiguiente, no admite direcciones paralelas ni fracciones de ninguna clase. Practica la más amplia democracia al someter a discusión y aprobación su línea política, programa y estatutos del Partido, y las principales orientaciones de la acción revolucionaria; al otorgar igualdad de deberes y derechos a todos sus miembros; al aplicar la dirección colectiva; al estimular el ejercicio permanente de la crítica y autocrítica. Pero, junto a esto, aplica el concepto de centralismo como resultado de la necesidad de elaborar, sintetizar y convertir en orientación única y de estricta aplicación las decisiones y tareas trazadas; de esta manera, el Partido es ante todo una organización centralizada. Con la aplicación de esta norma leninista se garantiza una férrea disciplina, resultante de una subordinación voluntaria y consciente, razón de la que se deriva su fuerza y garantía de éxito.
FUENTE: Euskal Herria Sozialista
El carácter conspirativo del partido del proletariado se expresa no solo en la concepción filosófica y línea política que impulsa, sino en su forma de organización y funcionamiento. De hecho, para lograr tan altos objetivos, cumple con las normas leninistas de organización. Por consiguiente, está integrado por una militancia que reúne los requisitos de selectividad y secreto, y está forjada al calor de estrictas normas de disciplina y trabajo.
El Partido concentra en sus filas a los mejores hombres y mujeres del pueblo, a aquellos que han sido seleccionados por su extracción de clase popular y por sus cualidades revolucionarias; por su capacidad de relación, influencia y dirección de un sector de masas; por su actitud audaz y valerosa en el medio de combate; y, desde luego, por su disposición a un trabajo basado en una disciplina consciente. A su vez, junto a estas características, tanto los organismos dirigentes como los de base, y toda su estructura de funcionamiento, guardan normas de trabajo secreto como un mecanismo para preservar su integridad frente a los embates, intentos de inflitración y labor de inteligencia de la burguesía y sus aparatos represivos.
Un principio fundamental de organización leninista es el centralismo democrático, esto es, "centralismo sobre la base de la democracia, y democracia bajo una dirección centralizada". Por consiguiente, no admite direcciones paralelas ni fracciones de ninguna clase. Practica la más amplia democracia al someter a discusión y aprobación su línea política, programa y estatutos del Partido, y las principales orientaciones de la acción revolucionaria; al otorgar igualdad de deberes y derechos a todos sus miembros; al aplicar la dirección colectiva; al estimular el ejercicio permanente de la crítica y autocrítica. Pero, junto a esto, aplica el concepto de centralismo como resultado de la necesidad de elaborar, sintetizar y convertir en orientación única y de estricta aplicación las decisiones y tareas trazadas; de esta manera, el Partido es ante todo una organización centralizada. Con la aplicación de esta norma leninista se garantiza una férrea disciplina, resultante de una subordinación voluntaria y consciente, razón de la que se deriva su fuerza y garantía de éxito.
FUENTE: Euskal Herria Sozialista
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