Antonio Torres, conocido popularmente como "Antón", nació en Málaga en 1975. Implicado desde los 16 años en diversos organismos populares y obreros, desde el movimiento estudiantil al sindical, fue uno de los fundadores en 1996 de la organización juvenil de la izquierda independentista andaluza Jaleo!!!
Ha pasado por diversas organizaciones políticas y plataformas electorales, todas ellas vinculadas a la izquierda defensora de los derechos nacionales de Andalucía. Actualmente, forma parte de la dirección nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), es miembro activo del movimiento antifascista malagueño y secretario general de Andalucía Comunista.
En 2011 se cumplen treinta años de la aprobación en referéndum del primer estatuto andaluz de autonomía. ¿Qué valoración haríais de la actual situación de Andalucía tras estos treinta años de autonomía?
El adjetivo que mejor puede calificar al conjunto de las instituciones autonómicas andaluzas nacidas del primer Estatuto, y de su posterior reforma, es el de inútil; definitivamente, estas instituciones no nos sirven al pueblo trabajador andaluz. Si algo ha quedado demostrado en todos estos años es que estas instituciones no han estado nunca al servicio de la clase obrera y de los sectores populares andaluces, sino al servicio por un lado, del conjunto de la gran oligarquía imperialista española que, gracias a estas instituciones, ha seguido manteniendo a Andalucía en la sumisión y la dependencia, y por otro, a una casta burocrática vinculada al PSOE que se ha ido fortaleciendo conforme iba creciendo el tamaño de las instituciones autonómicas andaluzas, concretamente, la administración pública y las empresas a ella vinculadas. Al fin y al cabo, las instituciones autonómicas andaluzas nacidas tanto del Estatuto votado en 1981 como de su posterior reforma en 2007, surgieron de la Constitución española de 1978, que consagraba el poder político y económico de la gran oligarquía imperialista española, la "sacrosanta" unidad de España, y el reinado de Juan Carlos I como símbolo de ese poder oligárquico y de su proyecto nacional-reaccionario español. Todo aquello estuvo tutelado por el imperialismo alemán, y sobre todo, norteamericano, en unos momentos en que estaba en disputa la hegemonía mundial.
Digamos que las situaciones más duras, dramáticas y sangrantes que sufría la clase obrera y el conjunto del pueblo andaluz se han mitigado o, en algunos casos, maquillado. Pero incluso estas relativas mejoras coyunturales y momentáneas lo que han hecho a medio y largo plazo ha sido reforzar las cadenas de la opresión y la dependencia, impidiendo un desarrollo nacional andaluz conforme a los intereses obreros y populares. A ello se sumó la incorporación de Andalucía, como parte del Estado Español, en la CEE, hoy Unión Europea, incidiendo aun más en el papel de Andalucía como suministradora de materias primas, país turístico y de inversiones especulativas.
Tampoco podemos olvidarnos que, hoy como ayer, las señas de identidad andaluzas siguen secuestradas y manipuladas, siguen sirviendo, hoy como ayer, para representar a una España que hace uso de una forma grotesca y ridícula de la cultura y señas de identidad de nuestro pueblo. En todos estos años, nuestra cultura se ha mercantilizado hasta límites insospechados, enajenándose cada vez más del pueblo que la dio a luz.
¿Créeis que el pueblo andaluz ha visto satisfechas las expectativas que se despertaron con la aprobación de aquel primer estatuto de autonomía? En pocas palabras, ¿ha satisfecho la autonomía las esperanzas de mejora vislumbradas por el pueblo andaluz?
Rotundamente no. Cualquiera que repase la "literatura política" asociada al proceso autonómico andaluz se dará cuenta que la palabra "autonomía" podía significar cualquier cosa. Para determinadas organizaciones políticas, la autonomía era casi presentada como unas auténticas instituciones nacionales soberanas andaluzas. Para importantes sectores de nuestro pueblo, decir "autonomía" significaba acabar con el paro, la emigración, el hambre, el analfabetismo... y con el poder cruel del cacique, a la vez que promesa de una reforma agraria que diera las tierras a quienes la trabajaban realmente con su sudor, de sol a sol. También, "autonomía" significaba no ser menos que otras naciones del Estado, significaba dignidad y respeto a nuestras señas de identidad, reivindicar que el pueblo andaluz tenía una historia y una cultura que nos identificaba. Está claro que todas esas potencialidades que se encerraban en esa palabra no se desarrollaron, y no podían desarrollarse porque esa "autonomía" estaba condicionada: el franquismo lo dejó todo atado y bien atado.
Hoy Andalucía roza el 30% de paro, ¡un millón de andaluces y andaluzas en paro! ¡Qué fracaso más rotundo! Las instituciones andaluzas son mal vistas, en general, por nuestro pueblo, y es lógico, porque en estos momentos de crisis del modo de producción capitalista es cuando más evidente queda su inutilidad, porque ni siquieras las escasas competencias que estas instituciones poseen son puestas en funcionamiento para, por lo menos, suavizar la situación. Lo malo es que la derecha reaccionaria española se está aprovechando de todo esto para conseguir apoyos a sus planes de recentralización del Estado Español, con todo lo que eso significa.
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Ha pasado por diversas organizaciones políticas y plataformas electorales, todas ellas vinculadas a la izquierda defensora de los derechos nacionales de Andalucía. Actualmente, forma parte de la dirección nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), es miembro activo del movimiento antifascista malagueño y secretario general de Andalucía Comunista.
En 2011 se cumplen treinta años de la aprobación en referéndum del primer estatuto andaluz de autonomía. ¿Qué valoración haríais de la actual situación de Andalucía tras estos treinta años de autonomía?
El adjetivo que mejor puede calificar al conjunto de las instituciones autonómicas andaluzas nacidas del primer Estatuto, y de su posterior reforma, es el de inútil; definitivamente, estas instituciones no nos sirven al pueblo trabajador andaluz. Si algo ha quedado demostrado en todos estos años es que estas instituciones no han estado nunca al servicio de la clase obrera y de los sectores populares andaluces, sino al servicio por un lado, del conjunto de la gran oligarquía imperialista española que, gracias a estas instituciones, ha seguido manteniendo a Andalucía en la sumisión y la dependencia, y por otro, a una casta burocrática vinculada al PSOE que se ha ido fortaleciendo conforme iba creciendo el tamaño de las instituciones autonómicas andaluzas, concretamente, la administración pública y las empresas a ella vinculadas. Al fin y al cabo, las instituciones autonómicas andaluzas nacidas tanto del Estatuto votado en 1981 como de su posterior reforma en 2007, surgieron de la Constitución española de 1978, que consagraba el poder político y económico de la gran oligarquía imperialista española, la "sacrosanta" unidad de España, y el reinado de Juan Carlos I como símbolo de ese poder oligárquico y de su proyecto nacional-reaccionario español. Todo aquello estuvo tutelado por el imperialismo alemán, y sobre todo, norteamericano, en unos momentos en que estaba en disputa la hegemonía mundial.
Digamos que las situaciones más duras, dramáticas y sangrantes que sufría la clase obrera y el conjunto del pueblo andaluz se han mitigado o, en algunos casos, maquillado. Pero incluso estas relativas mejoras coyunturales y momentáneas lo que han hecho a medio y largo plazo ha sido reforzar las cadenas de la opresión y la dependencia, impidiendo un desarrollo nacional andaluz conforme a los intereses obreros y populares. A ello se sumó la incorporación de Andalucía, como parte del Estado Español, en la CEE, hoy Unión Europea, incidiendo aun más en el papel de Andalucía como suministradora de materias primas, país turístico y de inversiones especulativas.
Tampoco podemos olvidarnos que, hoy como ayer, las señas de identidad andaluzas siguen secuestradas y manipuladas, siguen sirviendo, hoy como ayer, para representar a una España que hace uso de una forma grotesca y ridícula de la cultura y señas de identidad de nuestro pueblo. En todos estos años, nuestra cultura se ha mercantilizado hasta límites insospechados, enajenándose cada vez más del pueblo que la dio a luz.
¿Créeis que el pueblo andaluz ha visto satisfechas las expectativas que se despertaron con la aprobación de aquel primer estatuto de autonomía? En pocas palabras, ¿ha satisfecho la autonomía las esperanzas de mejora vislumbradas por el pueblo andaluz?
Rotundamente no. Cualquiera que repase la "literatura política" asociada al proceso autonómico andaluz se dará cuenta que la palabra "autonomía" podía significar cualquier cosa. Para determinadas organizaciones políticas, la autonomía era casi presentada como unas auténticas instituciones nacionales soberanas andaluzas. Para importantes sectores de nuestro pueblo, decir "autonomía" significaba acabar con el paro, la emigración, el hambre, el analfabetismo... y con el poder cruel del cacique, a la vez que promesa de una reforma agraria que diera las tierras a quienes la trabajaban realmente con su sudor, de sol a sol. También, "autonomía" significaba no ser menos que otras naciones del Estado, significaba dignidad y respeto a nuestras señas de identidad, reivindicar que el pueblo andaluz tenía una historia y una cultura que nos identificaba. Está claro que todas esas potencialidades que se encerraban en esa palabra no se desarrollaron, y no podían desarrollarse porque esa "autonomía" estaba condicionada: el franquismo lo dejó todo atado y bien atado.
Hoy Andalucía roza el 30% de paro, ¡un millón de andaluces y andaluzas en paro! ¡Qué fracaso más rotundo! Las instituciones andaluzas son mal vistas, en general, por nuestro pueblo, y es lógico, porque en estos momentos de crisis del modo de producción capitalista es cuando más evidente queda su inutilidad, porque ni siquieras las escasas competencias que estas instituciones poseen son puestas en funcionamiento para, por lo menos, suavizar la situación. Lo malo es que la derecha reaccionaria española se está aprovechando de todo esto para conseguir apoyos a sus planes de recentralización del Estado Español, con todo lo que eso significa.
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