28 de febrero de 2011

Un cambio de ciclo, ¿hacia dónde? (Parte 1 de 2)

Ante los acontecimientos que se están viviendo en Euskal Herria no somos pocos los que nos interrogamos sobre su desarrollo, toda vez que, además, muchas de las ideas y pronunciamientos que se están escuchando no habían sido expuestas con demasiada claridad. Todo lo contrario de la entrevista a Otegi publicada en Gara el pasado 12 de enero, donde expone con nitidez meridiana su pensamiento y el cambio en la línea política que vienen preconizando los dirigentes de la izquierda abertzale.

"¡Por la construcción del socialismo en Euskal Herria!"

Debo aclarar, para que el lector no tenga dudas, que hago este comentario desde las posiciones de clase del proletariado revolucionario y desde la ideología comunista. Y desde ese posicionamiento considero un principio democrático el derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones oprimidas, como es nuestro caso. Considero también que, tras la desaparición del campo socialista y por tanto del principal enemigo de la burguesía internacional y las potencias imperialistas. Éstas han iniciado un nuevo proceso de reposicionamiento y reparto de los mercados y áreas de influencia, en función de su poderío económico, financiero y militar. Esto ha dado lugar a que la contradicción que enfrenta a los países imperialistas haya pasado a un primer plano y esté incidiendo cada vez más en las políticas internas de los diferentes países, sobre todo, de las potencias de segundo orden o de los países más débiles y dependientes. Es por lo tanto factible que en el desarrollo de este juego de contradicciones y presiones entre diferentes países o bloques imperialistas, se pueda abrir la posibilidad de que, al amparo de alguno de ellos, pueblos y naciones oprimidas puedan conseguir con su lucha la independencia y constituir un Estado propio, para así debilitar al oponente. Este puede ser el caso del Estado Español, sin que se den, en estos momentos, condiciones para la toma del poder político por las fuerzas obreras y populares, en cuyo caso su apoyo a un probable proceso de independencia, si así lo deciden los pueblos catalán, vasco o gallego, por ejemplo, es una posición consecuente con el derecho de autodeterminación que propugna el programa del proletariado revolucionario, y como parte de su estrategia para debilitar al Estado centralista e imperialista español. Es, por tanto, desde estas posiciones, y para no inducir a confusión, desde las que emito mi opinión.

Lo primero que ha llamado mi atención es la concepción, la interpretación que hace Otegi de lo anteriormente expuesto. Esto es importante, pues constituye todo el fundamento sobre el que se sustenta el cambio de toda la estrategia seguida hasta ahora por los dirigentes de la izquierda abertzale y que pretende hacerse extensiva, como de hecho está sucediendo, al conjunto del MLNV. En esto se fundamenta lo que vienen denominando como "cambio de ciclo" ante la constatación "en el propio marco europeo de la absoluta viabilidad del proyecto independentista si se alcanzaban mayorías populares mediante estrategias pacíficas y democráticas". Una estrategia que justificaría las alianzas actuales en torno a la acumulación de fuerzas independentistas para poder así incidir en un futuro proceso de presión al Estado hacia la vía secesionista ante la perspectiva de que "una segunda transición es ya inevitable". Nada que objetar ante estas aspiraciones, lógicas, por parte de un movimiento nacionalista, aunque no puedo por menos que plantearme algunos interrogantes como: ¿con quién se van a establecer estas alianzas?, y ¿sobre qué postulados políticos se van a configurar? Estas cuestiones me parecen importantes y deben quedar claras para el pueblo vasco ya que, en última instancia, es el protagonista y actor principal de todo proceso político.

En principio, esa acumulación de fuerzas independentistas se está haciendo sobre la base de la unión con organizaciones nacionalistas pequeño-burguesas en las que ni siquiera está la gran burguesía vasca y nacionalista representada, en su mayor parte, en el PNV. Ni que decir tiene que tampoco está en esa alianza el proletariado revolucionario vasco, dado que "el bloque independentista debe ser el marco para esa alianza", ni amplios sectores obreros y populares.

Por tanto, la acumulación de fuerzas independentistas solo puede venir desde las posiciones de la burguesía nacionalista. Para conseguir, a su vez, que la mayoría de la burguesía se sume a ese proyecto habrá que contar con el PNV que, por el momento, se mantiene en las posiciones autonomistas de las que saca más rédito. Si se consigue atraer a esta fuerza nacionalista, o a una parte de ella (suficiente para conseguir "mayorías políticas") al proyecto independentista, éste deberá contar con el apoyo de la burguesía internacional, "en el propio marco europeo", para doblegar la presión política, económica, social, mediática y militar del Estado centralista español y sus aliados internacionales. Teniendo en cuenta que, además, el tal "marco europeo" se está configurando sobre ejes contrapuestos. Esta sería, en mi opinión, una primera perspectiva de ese plano. El ejemplo de esta vía lo hemos visto recientemente en los casos de Kosovo, Sudán del Sur, etc. Tampoco tengo nada que objetar a esta cuestión desde el planteamiento nacionalista burgués, pero no por ello debe de quedar claro.

Por otro lado, los dirigentes de la izquierda abertzale han elegido recorrer ese camino de forma "pacífica y democrática", esto es, sin utilizar métodos de lucha violentos, entre ellos la lucha armada que un sector del MLNV ha venido practicando. Este cambio en los métodos de lucha es una decisión que concierne únicamente al conjunto del MLNV valorar si supone o no una posición más efectiva para la consecución de sus objetivos. Otra cosa es si esos cambios y las posteriores posiciones políticas se hacen en detrimento del desarrollo del movimiento popular revolucionario o de cuestiones de principio, que es lo que también debe quedar claro.

Es aquí, en estos aspectos, donde las recientes y sucesivas declaraciones de los dirigentes de la izquierda abertzale toman un rumbo inquietante respecto a las posiciones mantenidas hasta este momento. La aceptación de la fascista Ley de Partidos, como algo "insignificante", la condena de la violencia revolucionaria, el respeto a la legislación actual (la más regresiva y fascista de toda Europa), la "confrontación democrática" con el Estado fascista español, son algunas de las manifestaciones que los dirigentes de la izquierda abertzale, con Otegi a la cabeza, nos estén dejando últimamente, lo que supone, a la postre, un cambio sustancial, una liquidación de las posiciones populares y de resistencia revolucionaria que se han venido manteniendo, por las de colaboración e integración en el régimen político actual.

Vamos a ver. No me parece incorrecto que se trate de acumular fuerzas utilizando métodos de lucha pacíficos. Ésta es una aspiración legítima de las masas obreras y populares. Pero todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que esa legítima aspiración no depende de ellas. No son ellas las que eligen recurrir a unas u otras formas de lucha, sino que son obligadas a ofrecer resistencia, pacífica y violenta, legal e ilegal, ante la situación de explotación, de opresión, de desesperación y de represión a que las somete el sistema económico capitalista, las clases dominantes y el Estado sobre el que se sustentan. Por lo tanto, la lucha de las masas obreras y populares, mientras no tomen el poder político, siempre estará condicionada por la intolerancia antidemocrática de las clases dominantes. Mientras estas clases tengan en sus manos todos los resortes de dominación: económicos, políticos, represivos, mediáticos, militares... la confrontación entre unos y otros nunca podrá ser democrática, nunca podrá ser pacífica ni legal en su mayor parte. No reconocer esta situación real (podemos poner como ejemplo más cercano el tratamiento que da la Ertzaintza a los manifestantes abertzales) y enmascararla bajo supuestas estrategias de acumulación de fuerzas es no hablar claro y embellecer la opresión totalitaria sobre los pueblos por parte del Estado imperialista español.

Otra cosa es que, ante la situación de crisis económica, política, institucional, ideológica y moral en que se encuentra el régimen constitucional que se dieron las clases dominantes y sus testaferros tras el apaño de la llamada Transición, éstas necesiten un respiro y accedan (obligados por la lucha más resulta), a que las fuerzas revolucionarias nacionalistas y de clase, puedan defender sus ideas y organizar a las masas obreras y populares sin ser perseguidas por ello. Es decir, si los partidos y organizaciones que han interpuesto una enmienda a la totalidad del sistema económico capitalista e imperialista español, puedan desarrollar su trabajo político sin hacer dejación de sus reivindicaciones democráticas y principios revolucionarios, y sin que por ello la violencia armada y organizada del Estado los persiga, los detenga y encarcele de por vida. Esta es la cuestión que, una vez más, está planteada en estos momentos en la escena política española: si bajo el régimen político actual es posible defender las ideas y los proyectos democráticos y revolucionarios de los oprimidos y explotados.

Por Egoitz Larrañaga. Extraído de Euskal Herria Sozialista.

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