En otra muestra más del terror de los que se han hecho con el control de los recursos del pueblo checo, el partido gobernante, el Partido Cívico Democrático (ODS), ha impulsado una campaña para ilegalizar al Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM). Este partido, que tiene un apoyo electoral de alrededor del 12%, recibe el apoyo de los sectores obreros y populares, siendo el heredero político de los defensores del antiguo régimen socialista.
El KSCM suele ser bastante crítico con la derecha y los socialdemócratas del CSSD, que en buena parte también proceden de filas comunistas, lo que molesta bastante al régimen sometido a la dictadura del capital. Por ello, el gobierno considera "un desafío" situar fuera de la ley al KSCM, porque asegura que es un "partido antidemocrático".
El ejecutivo de Petr Necas también ha puesto en marcha mecanismos legales para reducir las pretensiones de los antiguos funcionarios comunistas, y pretende, en un nuevo ejemplo de renacimiento del fascismo en toda Europa, que las "víctimas del comunismo" disfruten de los mismos honores que los veteranos que combatieron en movimientos de resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial.
El Gobierno conservador impulsó su cruzada anticomunista después de que el KSCM se pronunciara en contra de homenajear a los opositores al régimen socialista.
El rotativo de izquierda Právo considera hipócrita y poco inteligente el esfuerzo del Gobierno por ilegalizar al KSCM y prohibir cualquier tipo de colaboración con la formación. Právo recuerda que "todos los partidos parlamentarios han trabajado de una manera u otra en los últimos 20 años junto al KSCM. En el Castillo de Praga (sede de la jefatura de Estado) tenemos un presidente, que se llama Václav Klaus, que no habría llegado en 2003 a su cargo si no hubiera sido por los comunistas."
Dejando de lado nuestra incomprensión de que los comunistas checos pacten con gentuza semejante en las instituciones, lo que por otro lado demuestra lo poco peligrosos para el sistema que son, su intento de ilegalización, en un país donde la mayoría de partidos políticos están formados por antiguos comunistas (como en casi toda Europa del Este), supone un paso más para intentar criminalizar el pasado y, así, justificar mejor los crímenes del presente.
El KSCM forma parte del Partido de la Izquierda Europea y, a diferencia otros partidos comunista, su símbolo es la cereza, pues los sucesivos gobiernos de la República Checa han prohibido cualquier simbología que recuerde al antiguo poder de los trabajadores sobre los parásitos capitalistas. Tiene alrededor de 107.813 afiliados, y es uno de los partidos comunistas no gobernantes más grandes y votados del mundo. Es el tercer partido en número de votos tras el derechista Partido Democrático Cívico y el Partido Socialdemócrata Checo.
Ya en octubre de 2006, la Unión de Jóvenes Comunistas (KSM) fue disuelta e ilegalizada por el Ministerio del Interior checo. La razón que condujo a esta ilegalización fue que la organización juvenil defendía en su programa la necesidad de sustituir la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad colectiva. La oligarquía y la élite checa, que se enriquecieron a costa de la riqueza de su pueblo tras la instauración de la dictadura del capital, no podían ni pueden soportar esa amenaza.
FUENTE: "Un vallekano en Rumanía"
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El KSCM suele ser bastante crítico con la derecha y los socialdemócratas del CSSD, que en buena parte también proceden de filas comunistas, lo que molesta bastante al régimen sometido a la dictadura del capital. Por ello, el gobierno considera "un desafío" situar fuera de la ley al KSCM, porque asegura que es un "partido antidemocrático".
El ejecutivo de Petr Necas también ha puesto en marcha mecanismos legales para reducir las pretensiones de los antiguos funcionarios comunistas, y pretende, en un nuevo ejemplo de renacimiento del fascismo en toda Europa, que las "víctimas del comunismo" disfruten de los mismos honores que los veteranos que combatieron en movimientos de resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial.
El Gobierno conservador impulsó su cruzada anticomunista después de que el KSCM se pronunciara en contra de homenajear a los opositores al régimen socialista.
El rotativo de izquierda Právo considera hipócrita y poco inteligente el esfuerzo del Gobierno por ilegalizar al KSCM y prohibir cualquier tipo de colaboración con la formación. Právo recuerda que "todos los partidos parlamentarios han trabajado de una manera u otra en los últimos 20 años junto al KSCM. En el Castillo de Praga (sede de la jefatura de Estado) tenemos un presidente, que se llama Václav Klaus, que no habría llegado en 2003 a su cargo si no hubiera sido por los comunistas."
Dejando de lado nuestra incomprensión de que los comunistas checos pacten con gentuza semejante en las instituciones, lo que por otro lado demuestra lo poco peligrosos para el sistema que son, su intento de ilegalización, en un país donde la mayoría de partidos políticos están formados por antiguos comunistas (como en casi toda Europa del Este), supone un paso más para intentar criminalizar el pasado y, así, justificar mejor los crímenes del presente.
El KSCM forma parte del Partido de la Izquierda Europea y, a diferencia otros partidos comunista, su símbolo es la cereza, pues los sucesivos gobiernos de la República Checa han prohibido cualquier simbología que recuerde al antiguo poder de los trabajadores sobre los parásitos capitalistas. Tiene alrededor de 107.813 afiliados, y es uno de los partidos comunistas no gobernantes más grandes y votados del mundo. Es el tercer partido en número de votos tras el derechista Partido Democrático Cívico y el Partido Socialdemócrata Checo.
Ya en octubre de 2006, la Unión de Jóvenes Comunistas (KSM) fue disuelta e ilegalizada por el Ministerio del Interior checo. La razón que condujo a esta ilegalización fue que la organización juvenil defendía en su programa la necesidad de sustituir la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad colectiva. La oligarquía y la élite checa, que se enriquecieron a costa de la riqueza de su pueblo tras la instauración de la dictadura del capital, no podían ni pueden soportar esa amenaza.
FUENTE: "Un vallekano en Rumanía"
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